Burundanga de Zocotroco
La incertidumbre comienza a disiparse y los pronósticos a confirmarse ante la primera proclama. La especulación se hizo fecunda durante el largo proceso de espera que aconteció entre la declaración del gobernador Garcia Padilla que la deuda es impagable, la conmoción federal, la ley PROMESA y la primera expresión de la Junta. Las declaraciones del gobernador, a juicio de este observador, dieron un viraje crucial al asunto al difundirlo internacionalmente. Concurre con que comienza a calar en la gente que ha de afrontar las implicaciones de una debacle que no han causado.
Que la soga parta otra vez por lo mas fino no deja de ser una profunda injusticia. Los responsables de esta situación, la parte gruesa de sangre gorda, siguen dando cara con el mismo afán protagónico. Prueba de qué la neurosis colonial se ha tornado en esquizofrenia. Y la sacudida apenas comienza a develarse.
Los optimistas que alentaron que la Junta viniese a atender el crecimiento económico negativo de los últimos diez anos y proponer medidas que promuevan crecimiento como salida del atolladero. Bueno, pues esos han tenido que confrontar la triste realidad que pronosticaron los fatalistas que anticiparon una agencia de cobro.
La carta del 18 de Enero de 2017 de la Junta Fiscal al recién estrenado gobierno, no deja dudas ni se presta para interpretaciones. Con los poderes y prerrogativas que les otorga el Congreso, han dispuesto que el gobierno debe recortar su nomina en 900 millones de dólares, reducir mil millones al programa Mi Salud, 300 millones a la Universidad de Puerto Rico, restar 10% a las pensiones de los retirados, 400 millones a subsidios municipales e incrementar 1500 millones en los costos de los servicios gubernamentales.
A ello corresponde añadir los 60 mil millones que ha perdido el capital local con las devaluaciones de bonos a chatarra, la desaparición de los ahorros y la devaluación de la propiedad. La gestión correctiva hace patente la pauperizacion de nuestras sociedad, refleja cuan alto volamos en la ilusión de abundancia y cuan estrepitosa ha sido la caida. Curiosa coincidencia que la devaluación se asemeja, si no replica, el fatidico 40% en que se devaluó la moneda con el cambio de soberanía del 1898 y que ambos eventos coinciden con la afirmación del colonialismo. A pocos parece escandalizarles el asunto, mientras los Boricuas sentimos como la imposición estrangula la dignidad y la Junta aprieta el bolsillo.
Las implicaciones de estas medidas son tan evidentes como inevitables; incrementar el desempleo con el despido masivo de servidores públicos y universitarios, la inaccesibilidad a servicios básicos de salud, particularmente las poblaciones a riesgo y necesidad, el cierre de recintos universitarios y alza en matricula, así como adentrar en mayor escasez los retirados. Y en ello radica la indignación, que quienes han de asumir, por décadas y con costos muy significativos las determinaciones de una clase política inepta e irresponsable, somos los ciudadanos. Mientras, los que causaron la tragedia figuran como si consigo no fuese la cosa y aparecen en actos y proclamas con la desvergüenza mas grande.
Y si no hay justicia en los tribunales que los encause en esta vida terrenal, y la Justicia Divina me resulta remota, si no me queda otra, pues yo denuncio y me tomo la encomienda de desacreditar a todos los que se han lucrado del oportunismo, todos los participes de pagar el presente empeñando el futuro, todos los que se empecinaron en el crédito por encima del recurso. Igual acuso y vuelco mi indignación a todos los cómplices del engaño y la mentira, tanto los Yanquis como los Boricuas que nos vendieron fantasías, juraron autonomía y prometieron culminación.
Aquí estamos, condenados a un anacronismo que nos priva, subordinados a una autoridad que ni nos representa y hace patente que, el afán de devolver credibilidad crediticia a Puerto Rico actúa contra de la salud y el bienestar de la gente. Una población sin más responsabilidad que haber dado el voto a una clase política corrupta y mentirosa de ineptos e irresponsables. Alguna moraleja debe haber en todo esto y visto que no se ha de criticar sin respuestas dar, pues aquí vá eso.
No es fácil, la adversidad es nada menos que monumental, mas ante grandes retos corresponde la osadía y la imaginación. De una cosa estoy convencido, de nada nos ha servido la dependencia. Esperar que el amo resuelva nos ha traído hasta aquí. El modo en que nos hemos prestados es nada menos que un bochorno. La deshonestidad y el sentido de laxitud con que acogemos a la legalidad deja mucho que desear.
Si vamos a construir un país distinto, mejor, toca desterrar los ladrones y los mentirosos, los corruptos y los vividores. Facilitarles la salida o hacerles imposible la estadía en una nación en que el valor sea el trabajo y la rectitud, por encima de la gansería. Y si de hacer milagros se trata, pues habilitaría la compasión y la solidaridad, erradicaría el protagonismo y haría que escuchar y ser paciente tuviesen créditos contributivos o indulgencias. Y si de reducir dependencia se trata, pues renovaría la agricultura para que se consuma lo que aquí se produce. Igual procuraría autonomía energética, visto que abunda el sol y el viento.
Quisiera un gobierno con el poder de valorar el patrimonio natural y humano; suficiente de exenciones y entregas. Un gobierno con una capacidad de captación y recaudo justo y efectivo, que permita servir con transparencia las necesidades de la población y facilitar el bienestar de la gente qué los elige, no de los inversionistas extranjeros. Igual quisiera un espíritu de empresa que genere empleos con las condiciones más justas, incitativas nuestras que se tornen en oportunidades. Políticas y medidas sociales que contrarresten el espiral descendente, la encapsulación de la pobreza y nos devuelvan el optimismo.
Si algo hay en este bendito país es creatividad, y belleza. Así, desborda por todas partes, en la música, en las artes plásticas, en la literatura, en el baile, en la cocina, en el cine. No hablemos del deporte, ni hagamos mención de la cantidad de científicos que tenemos por milla cuadrada. Lo qué resulta fascinante es cómo, con tanto talento, no se ha manifestado en una clase política, que ha preferido ser servil, corrupta y acomodaticia.
Mas reza la consigna tan vilipendiada del optimismo: no hay mal que por bien no venga y sigo convencido que todo este julepe contribuye a que se vean con más claridad los bandidos. Quizá hasta nos demos cuenta que, cuando nos vendieron que la resignación era una virtud, nos dijeron otra mentira.
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Copyright 2017 por José M. Umpierre.