Burundanga de Zocotroco
El asunto del momento en Puerto Rico es el cierre de negociaciones en torno a la estructuración de la deuda pública que devuelve el gobierno al mercado crediticio, cinco años después de la declaración de bancarrota de Puerto Rico en 2017. A este hito se han dedicado mares de tinta y su equivalente digital, y no dudo será asunto de las crónicas de esta época. No me atrevo a proponer distinción entre antes y después pues en esta Isla del Encanto cualquier cosa es posible.
Para nada soy ajeno al fenómeno. Afectado como ciudadano por los vaivenes económicos y políticos que nos sacuden, he puesto aliento en intentar entender lo que anda pasando. Visto que los análisis y los datos abundan, me dedico a los sentimientos que se avivan ante lo acontecido en “la Era de la Junta”: el tiempo que en este territorio no incorporado se suspendió la escasa autonomía del estado con la imposición una junta con poderes plenipotenciarios.
La emoción que primero aviva es de asombro de como inciden las contradicciones en el corazón de la democracia y como de un plumazo se develan décadas de engaño en cuanto a una autonomía que se nos niega.
Indigna a un pueblo que sus gobernantes lo hayan llevado al escándalo por abusar del crédito, como avergüenza que traigan burócratas de fuera a decir lo mal que están las cosas y cual es el modo de atenderlas. Es complejo el tema de fijar causa puesto que es un asunto complicado, siendo lo que somos, tiene el Congreso la responsabilidad fiduciaria. La creación de la Junta ha sido creada para la descarga de esa responsabilidad.
Claro que igual median los incentivos de mercado y las decisiones de emitir deudas que se adoptase en la Isla para sufragar el gobierno, cogiendo prestado sin garantías suficientes de pago.
Es motivo de inmensa vergüenza la trayectoria de errores y destinos que nos trajeron hasta aquí. Un fenómeno que no se hizo de un día para otro, ni fueron pocos los que contribuyen a que acontezca. Indigna igualmente ese sentido de impunidad que prevalece en la Isla en que se roban los clavos De la Cruz, se forma un escándalo momentáneo, pero nadie paga.
La Junta se inicio decretando medidas que levantaron una aversión que hizo imposible apreciar las virtudes de sus quehaceres, algunas hay: sacó las finanzas del closet, contribuyó con la prensa a hacer la quiebra un tema público y llevo a cabo sus funciones con la transparencia que corresponde. También hicieron una contabilidad de haberes y errores que pusieron muchos desatinos en evidencia. ¿Que si la Junta añadió costos exorbitantes a una economía maltrecha para abogados y gerentes? No hay duda. ¿Que el salario de Jaresko, su directora, fue desproporcionado? Si. ¿Que a la señora le tocó hacer un trabajo en que el odio es parte de su factura? Pues sí, también.
¿Que si las medidas de austeridad tuvieron que atenuarse antes los desastres naturales y una infraestructura desastrada? Sí, y vimos otra vez como se alinean los buitres. ¿Que las medidas de austeridad le han apretado el bolsillo a los Boricuas? ¡Y cómo! ¿Que si se ha agravado con una inflación atada a la pandemia y la Guerra en Ucrania? Decididamente. El precio de la gasolina y los víveres fluctúa a diario.
Y nos dicen, como buenas noticias, que se han abierto de vuelta las puertas al mercado y que podemos volver a emitir deuda pública. Entonces la indignación se convierte en pánico y el bochorno en pavor, con la esperanza de que algo se haya aprendido de esta triste era.
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