No voy a negarlo, desde que Donald Trump incidió formalmente en el escenario político norteamericano se convirtió en objeto de mi fascinación, pues es de esas figuras que no dejan de causar asombro. En vista de que esa impresión dista de ser exclusiva, de que sus hazañas tienen una cobertura tan extensa y que todo lo posible se ha dicho, pues ¿para que añadir? Sin embargo, sus declaraciones recientes en torno a Puerto Rico invitan y obligan.
Asediado por periodistasel Presidente hizo de la siguiente declaración :
Puerto Rico has been taken care by Donald Trump better than any other human being. I think the people of Puerto Rico understand it, but you have the mayor of San Juan who does not know what she is doing, and the governor; they have to spend the money wisely, they don’t know how to spend it wisely.
I’ve given them more money that they ever had, and frankly, the people of Puerto Rico, I really have a good relationship with them, and when it comes the time, they really do appreciate it.
En virtud de los derechos de expresión que me amparan y el privilegio de este espacio, no puedo menos que elevar mi indignación ante el estilo y el contenido de las expresiones de Presidente. Para nada me sienta la liviandad y ese modo de improvisación con la que oculta poca reflexión previa y menos la consideración de consecuencias.
No deja de impresionar que hable de sí mismo en tercera persona, a la usanza de las monarquías o de la esquizofrenia. Y que si habla de sí en los términos más elogioso obligadamente conducen a la personalidad narcisista. Nada que no se haya dicho. También se habla de una naturaleza vengativa y retaliatoria que hace patente con la insistencia machacona en que toda alusión a la Isla viene acompañada del ataque de la alcaldesa de la Capital.
Y visto que en estos menesteres corresponde la lectura entre líneas, la conjetura e interpretación y aqui se vive con el oido atierra, al gobernador de inepto para corrupto. Como se atreve tirar esas piedras, parte, sin duda, de porqué permanece como figura de fascinación. Y si la exageración es parte del sello, también viene con la habitual mentira que nos ha dado más que a nadie. Un año y medio después del huracán todavía se debaten los fondos de reconstrucción, que han llegado a cuentagotas. Y no ha sido el, ha sido un sistema estructurado para auxiliar en emergencias.
¿Qué se cree este tipo, que olvidamos su visita y la desfachatez con que nos lanzó rollos de papel, el menosprecio que denunció Omarosa, la ineptitud de FEMA y los comentarios maliciosos o que con 91 billones compraba tres veces la Isla? No señor, está usted equivocado. Aquí en esta colonia estamos bien enterados, conectados a la inmediatez de lo que acontece.
Ayuda usted a desmentir esa imagen del buen vecino, paladin de la justicia y protector de los derechos de los necesitados. No en el territorio de Puerto Rico. Aquí no votamos por usted, pero la mayoría de nosotros, 5 millones que residen en el norte sí lo hacen y bien pueden ser una fuerza electoral decisiva.
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