De Justos, Pecadores y Cuernos
La situación crítica que confronta Puerto Rico apenas comienza a revelarse en su magnitud y complejidad. Con una deuda pública de más de 70 mil millones, la primera consideración ha de ser fiscal, un embrollo donde media desde lo jurídico hasta lo ideológico. Punto seguido está lo económico; la imponente adversidad de un crecimiento negativo por diez años y una Junta Fiscal que apunta una desaceleración aun mayor, no es cosa fácil de aceptar.
Asuntos qué ocupan a diario la prensa y constituyen el tema obligado de todos los días. Mas no es esa la complicación que hoy me ocupa y preocupa; media un asunto moral que resulta al menos de igual importancia. No puede haber verdad más clara que en esto “pagan justos por pecadores”. Eso es un atropello que precipita la indignación y la indignación es el único motivo razonable para el coraje.
Con un poco de imaginación podemos asociar y concatenar términos; no es difícil reemplazar pecadores por corruptos, pillos, mentirosos, inescrupulosos. Todos los que se han lucrado de la oportunidad. Todos los que se han beneficiado del padrinaje y el amiguísimo. Todos los que cobran mucho más de lo qué valen o rinden, algunos sin trabajar. Son los “gansos” qué viven buscando el hueco donde hacer la trampa; los vagos indolentes que procuran que otros los carguen. Son los políticos buscones que, por migas de poder no tienen reparo en mentir y vender el patrimonio al mejor postor, sin sentido de futuro. Son toda esa gente soberbia y arrogante que piensan todo se lo merecen, por razones qué nunca lograre entender.
Y quisiera yo que fueron pocos, pero hoy parecen tantos, demasiados. Con el agravante de que cuentan con la unción de sus partidos y sus maquinarias publicitarias que pretenden distraernos de lo sustantivo. Hemos llegado aquí, porque en medio de las muchas virtudes de nuestra cultura, también contamos con deficiencias serias en la laxitud con que nos solemos tratar, con aquello de “la vista larga y el ay bendito”. Ese temor ancestral del colonizado a la confrontación por el miedo al castigo.
Así patrocinamos la trampa desde que se instauró el contrabando. Igual hemos aprendido a desconfiar del gobierno y los gobernantes que se han servido generosamente y nos han traído hasta aquí. Esos que se refugian en la solidaridad de su partido y la “cola” que le levantan sus adeptos; esos que nunca han mostrado pizca de vergüenza, como si con ellos no fuera la cosa.
Si fuera cierto eso de qué las crisis son ventanas de oportunidad, pues tenemos una oportunidad monumental de coger el toro por los cuernos. Para ello hay un solo camino, nos toca consolidar el reclamo y no descansar hasta que se audite la deuda y se fije responsabilidad en los pecadores. Que sean ellos los qué respondan, que sean ellos los que paguen pues sus pecados son ciertamente capitales.
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Copyright 2017 by José M. Umpierre. Imagen de la bandera Puertoriquena creado por David Umpierre.