Burundanga de Zocotroco
José M. Umpierre
La atención pública en la Isla del Encanto en los últimos tiempos ha estado enfocada en la determinación del tribunal Supremo Federal en cuanto a la aplicabilidad de Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI) a los ciudadanos residente en Puerto Rico. El caso trata de José Luis Vaello Madero al que el gobierno federal intentó cobrar $28,081. del SSI porque en 2013 se mudó a Puerto Rico, donde los residentes de la Isla no se supone reciban beneficios.
La controversia que ha suscitado el asunto mucho se aleja de las nimiedades cotidianas, sin dejar que apliquen dos frases lapidarias: los federales estornudan y a nosotros nos da pulmonía (antes, ahora será algo más grave) y en DC baten alas y acá nos llega un huracán. Las raíces del asunto reactivan los Casos Insulares, que encuentran resonancia (algo sorpresiva) en el Juez Gorshuck; más de esperarse de la Juez Sotomayor, la única disidente en una votación de 8 a 1 de que nonines.
La determinación mayoritaria no deja de hacer constar que algo anda mal, pero venga lo próximo. La Constitución dicta que lo territorial es asunto del Congreso y aquí nos lavamos las manos, aunque esto implique validar el trato separado y diferente del juez Billings Brown, que para algunos es el meollo del asunto. Otras vez en una cuenta de enésimas, se nos relega, aunque conlleve dejar vigente precedentes de prejuicio, discrimen y la consecuente desigualdad que conlleva el colonialismo.
El Presidente Biden inicialmente endoso la propuesta, me imagino que fue sólo hasta cuando se enteró que la aplicaba a 400,000 Boricuas y se estimaba en costos de $2,270 millones anuales. A lo que se añaden el desempleo, la pobreza y desigualdad que ilustran el absoluto desastre que ha sido para los puertorriqueños el modo que se ha estructurado y administrado el territorio de ultramar. Y aquí seguimos mendigando, rogando por dádivas y exenciones como si fuese el camino al desarrollo al que todo pueblo aspira.
Que no se niegue el crecimiento que tuvimos, por un tiempo sí lo hubo, pero desde que se comenzó a pagar la nomina del gobierno con dinero prestado, la cuesta abajo se ha puesta cada vez mas empinada. Con el agravante de que el retroceso económico ha coincidido con la crisis en los partidos políticos que andan como gallinas sin cabeza.
Los congresistas allá hicieron los suyo para proteger la bolsa del imperio y aquí nosotros mendigando por migajas que no se caen de la mesa. Que estuviesen destinados a los más necesitados y que represente un alivio a la precariedad parece que no fue argumento persuasivo con los judges. El Tribunal dictaminó que si no tributamos federal no somos elegibles para los full benefits of democracy; la exención contributiva justifica exclusión de derechos. Según la interpretación, el alcance de los derechos los determina la localidad. El voto y la representación son asuntos secundarios ante la inminencia, mas nunca dejan de ser parte de esa igualdad consustancial a la Constitución y todo el fundamento de la democracia.
El asunto aviva el eterno viacrucis colonial. Somos un territorio no incorporado, propiedad, pero no parte de los Estados Unidos. La Corte Suprema de allá, un siglo después no desestima los Casos Insulares. Así de fuerte es el racismo, así de inflexible, aun en los centros de la más ilustrada intelectualidad. Lo triste del asunto es que, mas allá de la batalla ideológica y todas sus secuelas, queda una población de escasos recursos y grandes necesidades, en un desamparo por localidad, por ser un territorio no incorporado donde no le corresponden los mismos derechos.
¿Qué me queda después de la indignación y el descontento? No tengo otra que permanecer alerta; todavía creo que los sueños se alimentan de la frustración y mi imaginación desestima que no exista algo mejor. No hace sentido la vida sin propósito y si fuse fácil no merece la pena. No todo es frustración, también hay risa; me consta que hay males que duran cien anos y también hay cuerpos que lo resisten. Que cuando la marcha se pone dura, los duros se ponen en marcha y si hay egoísmo, desvergüenza y oportunismo, oiga, en esta vida de contradicción, TIENE que haber lo contrario. Lo encontramos en la gente desprendía y amorosa, en la rectitud y el sentido de cumplimiento y lo encontramos en la entereza que nutre el amor: propio y patrio.
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