Crisis de la Esperanza
Parte II
Economía de la Desesperanza
La primera parte de este ensayo atiende la conceptualización de la esperanza, asociada a la oportunidad y el modo en que se manifiesta en la dinámica de la población, la tasa de natalidad y la migración. La segunda parte enfoca en los Indicadores Económicos y Sociales que manifiestan el fenómeno de desesperanza.
Producto Interno Bruto
A juzgar por su extensión territorial, Puerto Rico es un país pequeño en superficie y de limitada disponibilidad de recursos naturales. Sin embargo, el curso del Producto Interno Bruto (PIB) en la segunda mitad del siglo pasado es excepcional.
El PIB es el valor de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de una nación en un año determinado. Los números siguientes son la cantidad en millones de dólares: En 1960 fue de $1,692 millones; $5,035 en 1970; $14,440 en 1980; $30.6 en 1990; $61.7 en 2000 y $101,130 en 2010, el más alto de América Latina.
La salida hacia el exterior de parte importante de las ganancias que se generan en Puerto Rico ha sido otra constante de su economía durante el Siglo XX y lo que va del siglo XXI. Esa fuga de ganancias, alcanza cerca de $35 mil millones anuales. Esto es cerca de 35% del PIB.
Los recaudos anuales del gobierno de Puerto Rico por concepto de impuestos rondan los $10 mil millones. La cantidad de capital que se fuga no genera ni crecimiento ni empleo en Puerto Rico. Su economía nunca ha sido capaz de generar empleo ni lejanamente suficiente para su fuerza laboral.
Participación Laboral
La Tasa de Participación Laboral contabiliza la porción de la población de edad de trabajar en un país que participa activamente en el mercado de trabajo y se considera un reflejo de la oferta de mano de obra. Se complementa con el grupo de personas de edad suficiente para trabajar que están fuera del grupo laboral por despeñar tareas domesticas no remuneradas, asistiendo a la escuela, retirados o incapacitados, los que carecen de destrezas o experiencias, ociosos voluntarios y desalentados.
La Tasa de Participación de 2020 fue de 39.8%. El 60% de la población en la edad de trabajar no está ni empleada, ni buscando empleo. Y así ha sido desde que tenemos registro en 1950. En su momento de mas alcance la Tasa de Participación fue de 54.6% en 1950; de 45.5% en 1960; de 48% en 1970; de 43%, 1980, de 43.35 en 1990; de 45.45 % en 2000 y de 46.1% y en 2010 en 41%. En Estados Unidos la Participación Laboral esta cerca de 62%.
Ingresos
El Ingreso per Cápita (IPC) en Puerto Rico lleva un curso ascendente. De $820.00. en 1960, a $1,750.00 en 1970: $3,720 en 1980, $5,950 en 1990; $10,550.00 en 2000; $16,920 en 2010 y $19,000 en 2020. El ingreso más bajo entre los territorios estadounidenses. El ingreso doméstico promedio por hogar en Puerto Rico en 2010 ascendía a $18,862.00 dólares anuales, y en 2020 es de $32,834.00.
Desempleo
El desempleo masivo ha sido una constante de la experiencia puertorriqueña. Ese fue el caso incluso durante los periodos de expansión económica. Entre mediados de la década de 1950 y mediados de la década de 1960. La industria nunca pudo compensar los empleos que desaparecían en la agricultura y la industria a domicilio. La emigración masiva de aquellos años fue lo que permitió estabilizar los niveles de desempleo.
Las cifras para 2020 muestran una reducción en el nivel de empleo y aumento en desempleados. El estimado de empleo fue de 949,00 personas, de una fuerza laboral de 2,569,000. Con relación a diciembre de 2019 la población reflejó una disminución de 54,000 personas. La cifra de desempleo a noviembre de 2020 fue de 88,000 personas, un aumento de 2000 personas del 2019.
Durante los últimos diez años han desaparecido cerca de 250 mil, o una quinta parte, de los empleos. Desde 1996 han desaparecido cerca de 160 mil, a menos de 80 mil empleos en la manufactura.
El desempleo ha sido una constante en una economía que ha crecido a tropiezos por la necesidad y las arbitrariedades del mercado más que por la planificación racional. El crecimiento que hemos tenido ha sido desigual y poco sostenido.
Si algún indicador desafía la esperanza es la carencia de oportunidad de ganarse uno la vida. El desempleo es la variable que más contribuye al desanimo y el sentido de pesadumbre ante la impotencia para cambiarlo. Otra de las áreas que no encuentra solución.
Pobreza
En virtud de productividad económica somos una historia de éxito. A pesar de retrocesos en tiempos recientes, la trayectoria ha sido consistentemente ascendente, lo que sugiere riqueza. Sin embargo, la capitalización de esa riqueza no se ha convertido en oportunidad de trabajo remunerado suficiente y optimismo ante el futuro: motivos de la esperanza. Para nade se refleja en una obra de gobierno que en tiempos de crisis ha sido torpe y corrupto.
Por más de 15 años consecutivos, comenzamos el calendario con más de la mitad de las niñas y niños puertorriqueños viviendo en pobreza; uno de cada tres en pobreza extrema, en familias con menos de $5,000 al año.
Durante el periodo 2014-2018, 36 de los 78 municipios contaban con 50% o más de su población en situación de pobreza, en 6 de ellos el nivel de pobreza alcanzó entre 60% a 64%. A nivel de Puerto Rico el 44.5% de la población y el 40.9% en las familias viven en pobreza.
Desigualdad
La desigualdad social es la situación donde se encuentra un sector de la población con acceso desigual a los recursos, servicios como también a posiciones de valor social. El índice Gini tiene como objetivo medir el nivel de desigualdad social en los países.
El coeficiente se encarga de adjudicar valor a la desigualdad. Este, toma valor de cero a cien, donde el cero indica que todas las familias tienen el mismo ingreso mientras que el cien indica que las familias más ricas tienen todo el ingreso del país.
Puerto Rico para los años del 2013 al 2017 (54.7 y 55.12 respectivamente). En promedio, el coeficiente para dichos años en la isla es de 54.9, el cual es relativamente alto. Con este coeficiente, Puerto Rico se posiciona como uno de los países con mayor desigualdad social, siendo el tercer país con más desigualdad entre los ciento uno que publicaron los datos, antecedido por Sur África (63) y Zambia (57).
A esa desigualdad y pobreza se le ha tirado con todo lo mejor de nuestra capacidad intelectual, política, económica y social. Se han hecho estudios y aprobado leyes para llenar la Biblioteca del Vaticano. Y aquí estamos, con un desarrollo de insuficiente participación laboral, ingresos bajos con amenazas de bajarlos más, un desempleo y marginalidad que se sufraga con dependencia a fondos federales y una desigualdad socioeconómica entre las peores del planeta.
Continua
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