Burundanga de Zocotroco
José M. Umpierre
Por la encendida calle antillana
va Tembadumba de la Quimbamba.
Rumba, macumba, candombe, bámbula.
Luis Palés Matos
En estos tiempos dificiles que tan extraviada encuentro la esperanza, me urge procurar cualquier motivo que atente contra la desilusión. Y es grande el aliento que me brinda el Censo. El Informe sobre Población reporta que en 2000 el 80% de los puertorriqueños en la Isla se identificaron como blancos; en el censo del 2010 fue el 75% y en el del 2020 fue el 17%. En el Censo de 2020, 74% de los puertorriqueños se identificó con “otra raza.”
Cuanto menos resulta un cambio categórico, podriamos decir dramático y hasta radical. Por ende, es un asunto que amerita reflexion y detenimiento en lecturas, intepretaciones e implicaciones. Que una sociedad cambie su percepcion racial en un margen tan amplio en un periodo tan corto no sucede por azar o accidente.
No es que estemos ajenos al asunto, Narciso descubrió su trasero hace un tiempo; Zenón no ha perdio vigencia, ni la ha perdido Fanon y toda la atención que el tema de la raza ha tenido desde entonces. Pero que la mitad de una población reporte un cambio de raza en diez años no es nada menos que un fenómeno.
Consultando con los que saben de esto, me señala mi amiga Luz León, demógrafa catedrática de la Escuela Graduada de Salud Pública, que median varios factores. Algunos son del método, pues las preguntas del censo cambiaron de forma y el tema abrió opciones que dieron margen a distintas respuestas. Igual, señala también debe considerarse el activismo de grupos que promueven el orgullo racial taíno y afroantillano.
La supremacía racial ha sido un mito nefasto que ha exacerbado el odio y el resentimiento, que ha provocado las intolerancias y controntaciones que obstaculizan el curso de la sociedad en su afan de equidad y justicia. El cuatrienio de Trump y el curso atropellante que tomó esa cultura, las confrontaciones en Charlotsville y las turbas que tomaron el Capitolio contribuyen a desencanto.
Hace un tiempo que los estudios del geneticista Martínez Cruzado confirman la presencia y frecuencia del ADN de la etnia taina en dos terceras partes de la población, tan evidente en nuestros rasgos. Y comenzamos a aceptar la negritud de nuestros ancestros, no como una tara sino como muestra de orgullo. Como bien recoge el escudo del Instituto de Cultura, somos una amalgama de tres razas que forjan nuestra identidad. Cómo se reparten entre nosotros es asunto evidentemente en flujo y evolucion, así como nuestra identidad.
Abonan a la controversia de nuestro tun tun, la victoria de Jasmine Camacho Quinn, la exoneracion de Uroyoan Walker y Carlos Severino, presidente y rector del Recinto de Rio Piedras, acusados de malversación de fondos en un caso fallido con inevitables tonos raciales. En lo más reciente coincide con la celebracion de Michelle Colón, Miss Loiza Aldea, como la boricua más hermosa, candidata a la más bella del universo.
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Copyright 2021 por Jose M. Umpierre. Imagen del Census y esculptura Taino en el dominio público. Cartel de Michelle Colón usado bajo “fair use” de la ley copyright.