Burundanga de Zocotroco
José M. Umpierre
Por Allá
¿Que decir después los resultados electorales? Pues hay un saco de emociones y de razones en busca de conciliación. La primera reacción es de alivio al fin de la incertidumbre, más dista de ser la única. La victoria de Donald Trump ha sido un golpe fuerte a mi optimismo y una inmensa decepción con el electorado norteamericano. Aviva la ansiedad ante la amenaza inminente y la tristeza de que el escandalo ha de prevalece sobre la razón.
Confieso que desde que Trump apareció en la contienda del 2016, inició una fascinación aversiva a la que no logro sobreponerme, agravado con las circunstancias presentes. Trump me resulta ser todo lo terrible que se le adjudica (mentiroso convicto violador y tramposo), un poco más en lo que toca burdo, grosero y vulgar. Ahí, la vista de todos. Cada cual tiene discreción para escoger su estilo, pero que la mayoría votante del pueblo norte americano haya optado por Trump es un fenómeno que desafía mi capacidad de entender. Igual apunta al racismo y el machismo, que no son precisamente virtudes de una cultura.
Me apena y avergüenza que el voto de la diáspora, que le hubiese dado margen a Harris en estados criticos donde abundan los nuestros, parece no haberse materializado. Si madura como pinta, las propuestas no son menos que aterradoras, comenzando con la deportación masiva, sus recaudos por tarifas y un revanchismo en que estamos directamente aludidos.
Por Acá
La Consecuencia de lo Inconsecuente
Para entender lo acontecido en Puerto Rico, toca anotar que el gobernador saliente logró aprobar una ley para que en estos comicios se hiciera consulta no validarte sobre el estatus y se votara por el presidente. Un esfuerzo por avivar las huestes con un hueso sin carne, insertarnos más en la política del norte y calibrar el pulso en cuanto al estatus. No tardó en denunciarse la futilidad de la medida y la determinación de los Partidos Popular, Independentista y Acción Ciudadana a la abstención en esa papeleta.
En una de esas ironías inexplicables, acá las dos papeletas numéricamente inconsecuentes han resultado ser las más políticamente consecuentes. En la contienda por la presidencia, Kamala Harris obtuvo 709, 902 votos (73.46%) y Donald Trump 256,505 (26.54) de los votos. Eso en cualquier liga es una pela, landslide dirían allá, con la diferencia más grande entre todos los estados votantes. En Wyoming el partido Republicano saco 70% de los votos, en California los demócratas ganaron con margen entre 65 y 70% de votos, en Nueva York de 60 a 65%. Una votación que ha de tener repercusiones pues confirma a claras luces la Isla como un bastión demócrata ante un gobierno republicano que, antes de saberse los resultados, ha hecho muy claro que la estadidad no figura para nada en las prioridades de su administración. Con el revanchismo patente del primer ejecutivo, poco es lo bueno que podemos anticipar.
Los resultados de estos comicios se añaden al debate en cuanto a la condición territorial y adquieren contexto a la luz de la evidencia histórica. Con este se han celebrado en el País siete consultas.
En 1967 durante el gobierno de Roberto Sánchez Vilella, el Estado Libre Asociado obtuvo 425, 132 votos (60%). La estadidad tuvo 274,312 votos (39%) y la Independencia 4, 248 (.6%). Durante la incumbencia de Pedro Rosselló se celebraron dos consultas, en 1993 la estadidad obtuvo 788,157 votos (46%), el ELA tuvo 826,329 (48.6%) y la Independencia 75,620 votos (4.4%). En 1998 prevaleció como mayoritaria, ninguna de la formulas anteriores qur obtuvo 787,900 votos (51%), la estadidad 728,157 votos (46%), la Independencia 39, 838 votos (2.5%).
El plebiscito de 2012 tenia una pregunta: Puerto Rico debe ser admitido inmediatamente como estado. 623,053 (52%) respondieron que si; 567,346 (48%) respondieron que no. Debe anotarse que a esos comicios votaron 1,248,176 (54.7%) de una población inscrita de 2,355,894. La consulta del 2017 queda como otra patraña en nuestra historia política. La estadidad prevaleció en 97% de los votantes, 23% de la población registrada para votar. En 2020 los partidos probaron suerte de nuevo. En ese entonces la estadidad prevaleció con 52% de los votos versus 48% al ELA.
En esta ocasión (2024), la Estadidad obtuvo 528,376 votos (56.8%), la Independencia 286,923 votos ( 30%)) y la Soberanía en Libre Asociación, 12.3% ( 114,676). Más de 165,500 (16%) papeletas fueron dejadas en blanco, lo que habían solicitado los partidos Popular Democrático (PPD), Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC).
El triunfo de Jennifer González (Estadista) a la gobernación esta en función de 438,183 votos (39%), Juan Dalmau (independentista) obtuvo 364,145 votos (32.7%). Jesús Manuel Ortiz (Popular) sacó 233,470 votos (21%) Javier Jiménez del Partido Dignidad 73,613 votos (6.6%) y Javier Córdova de Victoria Ciudadana 1,346 votos (.12%). El candidato Popular a la Comisaria Residente Pablo José Hernández obtuvo 44.5% de los votos y William Villafañe estadista obtuvo 35% evidenciado en voto por candidaturas.
En retrospectiva saltan a la vista que el Estado Libre Asociado dejó de figurar entre las formulas descolonizadoras de consulta. La pujanza de la Independencia es significativa, un salto inmenso de 39 mil votos en 1998 a 287 mil en 2024; de 5.4% en 2012 a 30%. El Partido Independentista se ha ubicado en un segundo lugar de prominencia y desplazado al Partido Popular a un tercer lugar. El Partido Dignidad escasamente alcanza relevancia (6.6%).
Un argumento histórico para rechazar la asimilación ha sido la carencia de madurez política y compromiso democrático. Con cuidado. La elección de un autócrata que intentó imponerse a la voluntad del pueblo con una insurrección dista de ser inspirador en la valoración del ejemplo. Si bien el electorado norteamericano se motivó a participar masivamente, su escogido deja mucho que desear y nos perfila un cuatrienio ante el cual el único aliento es que Trump no es reelegible (escaso consuelo), veremos cómo la Constitución sobrevive su mandato.
Acá por el contrario, a mi juicio, hemos dado evidencia de madurez política. Resulta palpable en la participación y se manifiesta en el crecimiento de voto mixto y por candidaturas. El crecimiento sustantivo de la Independencia es evidencia de que dieron al traste las campañas de miedo. El panorama político no es el mismo y la realidad del cambio es aliento a la esperanza. El futuro inmediato no motiva gran optimismo, más sabemos que hacer Patria es un camino largo y lo que resultaba imposible ayer, hoy tiene vereda abierta. La política es el arte de lo posible y mucho depende de sobreponerse al matracazo y encaminar al futuro.
____________________________________________________________________
Copyright 2024 por José M. Umpierre. Todos los imagenes en el dominio público.