A comer morcilla, a comer lechón
arroz con gandules y un trago de ron.
Una columna sobre cultura Puertorriqueña no puede omitir el fenómeno que acontece en el país en esta época del año. La Navidad es una festividad que se celebra en mucha partes del mundo y, tomándome las libertades que se adjudican a nuestra predisposición a exagerar, puedo afirmar que en ninguna parte del mundo se celebran como en Boriquén.
Una declaración tan categórica, exige aclaración. Contrario a otros países y culturas más circunspectas que concentran la Navidad en torno al 24 de diciembre como el advenimiento de Jesús, en Puerto Rico hace unos años comenzaba tras las festividades del día de Acción de Gracias, pero hoy comienza con Halloween. Desde fines de octubre se escuchan temas y aparecen publicidad al efecto. Y si usted pensaba que terminaba con el Año Nuevo, NO es así; aquí celebramos el Día de Reyes, las ocatavitas y cerramos con las Fiestas de San Sebastián, que son tres días de jolgorio a finales de enero.
La naturaleza y el clima conspiran para que ello suceda. El invierno tropical es una verdadera maravilla. El calor sofocante del verano cede a una temperatura cálida, con una brisa fresca que hace el exterior placentero a cualquier hora del día. El cambio en el ángulo solar hace que la luz cambie; lo intenso de los azules y verdes que mejor nos definen, atraviesan un cambio sutil, pero notable, que apaciguan el horizonte y hacen la convivencia mas grata.
No hay baile sin música y aquí hemos dado ritmos, melodías y compositores al mundo. En esta época destaca una música que viene de montaña adentro; el repiquetear del guiro, la melodía del cuatro y las décimas cantadas es parte jubilosa de la tradición. El urbanismo y la impersonalidad metropolitana le han restado a la costumbre de aguinaldos y asaltos musicales, parte de las tradiciones que algo quedan en el campo pero lucen en vías de extinción. Siempre hay la fiesta que en familia, amigos e instituciones, asi como el espectáculo. Si en algo esta tierra es prodiga es un su manifestación artística, por lo que abundan conciertos de música clásica y coral, teatro, cine comercial y salas de arte y ensayo, celebración callejera, además de todos los locales para comer y bailar (que son muchos).
La gastronomía es otro elemento que ha ido adquiriendo prominencia, parte integral de lo que somos y sustantiva de como celebramos. Lo prodigo de la tierra nos da especies, frutas y vegetales propios de zona. El gusto nos lleva a ser el país de la salsa, género músical que no es un accidente fortuito. La cocina Boricua, sabrosa de por si, se reviste de fiesta con platos de ocasión que desafían todo sentido de dieta saludable: lechón a la vara, pasteles, arroz con gandules o con dulce, tembleque, coquito. Delicias al paladar que son parte de la ocasión. Somos el país productor de los mejores rones del mundo, cuna de la piña colada y en esta época no puede faltar el pitorro de producción casera.
¿Que la economía esta en crisis y la deuda es ominosa?. ¿Pero quien piensa es eso? Ahora; es Navidad. La deuda espera. Y mientras tanto seguimos cantando:
Voy subiendo
voy bajando
yo vivo como yo vivo
yo vivo vacilando.
Feliz Navidad y prospero Año Nuevo.
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