Burundaga de Zocotroco
Jose M. Umpierre
Decir que la vida es cambio no requiere gran sapiencia. Los cambios pueden ser a mejor o a peor y si madura coma perfila, la evidencia apunta al retroceso y deterioro, la vuelta a una condición de vida mas primitiva y la perdida de un sosiego que se ha remplazado por escandalo y revuelo. Mucho de ello como consecuencia de la reelección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Me prometí suspender la fascinación malsana con Trump, vano empeño. La ejecutoria del Don no puede ignorarse pues, además de ser una afronta moral, sus políticas y estilos tienen graves consecuencias en este territorio no incorporado con una profunda dependencia de subsidios federales.
Su reestreno en el poder irrumpe con una serie de acciones ejecutivas para deportar inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y Puerto Rico. Dada la “ invasión” de extranjeros ilegales asignó 1,600 soldados para reforzar la seguridad en la frontera de Estados Unidos con México. La oficina de Control de Inmigración y Aduanas ha realizado redadas para arrestar a cientos de inmigrantes indocumentados en Chicago, Atlanta, Denver, Los Ángeles, Miami, Newark, San Juan y otras ciudades con el mayor programa de deportaciones masivas en la historia de Estados Unidos.
Puerto Rico recién ha presenciado los primeros efectos de las nuevas políticas de inmigración. La más visible fueron las redadas en San Juan para detener a inmigrantes, la mayoría de nacionalidad dominicana. Una población que en la Isla ha sido esencial en la atención a adultos mayores, cuidado infantil, la construcción, la industria gastronómica, labores domésticas y servicios. Su presencia ha dejado una huella en el desarrollo económico y en el resurgimiento urbano en Río Piedras, Santurce, Canóvanas, Caguas, Carolina y Bayamón. Constituyen parte esencial del tejido cultural que nos hermana como Antillanos tercermundistas con que nos solidarizamos.
Los anuncios de su política exterior expansionista referente a Panamá, Canadá y Greenlandia con amenazas de intervención militar es reactivar el imperialismo yanqui del siglo pasado. Y nada se diga de sus sabana de perdones a los insurrectos sediciosos del 6 de enero. Trump ha tomado represalias al expulsar a los funcionarios federales que investigaron las causas en su contra, ha eliminado políticas federales de diversidad, igualdad e inclusión, ha eliminado las protecciones medioambientales y ha dictado resoluciones que pretenden suspender o eliminar programas de ayuda federal en diversos ámbitos, incluyendo desembolsos multimillonarios destinados a salud y educación.
Su estrategia tarifaria para impulsar la manufactura nacional y ser fuente de ingresos para el gobierno federal se ha visto como una declaración de guerra económica a tres de sus socios comerciales mas importantes: Canadá, México y China, naciones que dominan una tercera parte de los productos que se importan a estados Unidos.
Puerto Rico es propiedad, pero no parte de loa Estados Unidos y sus leyes de aduanas son las que rigen el comercio en materia de importación y exportación. El aumento sería de 25% para las importaciones de Canadá y México y un adicional de 10% para China. La Junta de Planificación, en el año fiscal 2023 reportó $56,300 millones en importaciones, de los cuales $32,000 mil millones llegaron de Estados Unidos. De estos, $1,218 millones llegaron de México; $647 millones de Canadá y $961 millones de China. De China es mayormente manufactura, de México llegan cervezas, licores y enseres. La mayoría de los productos de consumo alimenticio llegan de Estados Unidos, pero de Suramérica llega mucha comida.
El anuncio de delegar FEMA a los estados, aquí provoco convulsiones, como lo tuvieron la amenaza de descontinuar los programas de alimentos y ayudas de los que depende mas de la mitad de la población. Las políticas de deportación a inmigrantes han creado un pánico que ha afectado la circulación de las gentes en la calle y ni hablar de las consecuencias que tiene en la economía. Añádale la irregularidad sostenida en el servicio de electricidad, cuyas abajas y apagones amenazan los equipos electrodomésticos, ahora que las tarifas han de hacer todo mas caro.
El presidente apostó a que sus acciones no empeorarán la inflación, causarán inestabilidad financiera global ni provocarán una reacción negativa de los votantes. Yes Pepe, pronto veremos. Por lo que resulta lógico preguntarse: ¿Que pasará con los fondos federales asignados para la reconstrucción, pero aún no invertidos? ¿Seguirá vigente la llegada de recursos para financiar la reparación de nuestra quebrantada red eléctrica? ¿Qué ocurrirá con los avances en materia de igualdad de beneficios, como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria ?
A tono con el ejemplo del escandalo, la recién electa gobernadora comenzó su mandato eximiendo a sus suegros de requisitos ambientales y proponiendo levantar una estatua a Donald Trump; el nepotismo favoritista desde la inauguración, con el besaculismo a la n potencia. A esas noticias se añaden la insistencia en el ultraje a la Universidad y una ley para desmantelar el Instituto de Cultura.
El significado de esas movidas es de inmensa resonancia; la doble encomienda sugiere el carácter concertado de despojarnos de los baluartes de nuestra identidad. Si algo nos ha dado sentido de ser por mas de un siglo ha sido la U de PR. Primer centro docente y orgullo inmenso de un pueblo que se ha formado allí, donde tiene profundas raíces y sentido de compromiso. Si esa UPI, la de la Torre y el Carrillón, la de la Biblioteca Lázaro y el Teatro, la de las aulas por donde han pasado tanta gente ilustre. La de once recintos de amenazada subsistencia. La de tiempos gloriosos de lucha y resistencia estudiantil, hoy venida a menos por recortes y castigos por confligir con la agenda neoliberal de monetizar y privatizar. Sobre todo, por haber sido baluarte de la defensa de esta maltratada identidad Boricua.
Cuando se desato la crisis en 2017 con el impago de la deuda publica y la creación de la Junta de Supervisión Fiscal, la Universidad fue el objetivo principal de los recortes, cancelándose la formula y poniendo el presupuesto en el ámbito de la política. En anunció reciente del presidente Ferrao de la congelación de 64 programas ha tenido un estruendo estremecedor, particularmente por lo vacuo e inconsecuente de sus argumentos. El castigo continua sin alivio.
Mientras en la legislatura se cuece un proyecto para desmantelar el Instituto de Cultura Puertorriqueña y anejar sus funciones a un departamento. La coincidencia de ambas movidas no debe dejar muchas dudas. La educación publica y la cultura están muy lejos de ser una prioridad para el nuevo gobierno, tratándolo más bien como lastre o inconveniente fiscal. Todo con la terrible intención de allegarnos a una estadidad que cada día es mas un delirio, mucho mas ahora que antes.
En la consulta plebiscitaria fatula de las elecciones recientes, Kamala Harris obtuvo 709, 902 votos (73.46%) y Donald Trump 256,505 (26.54), más que ningún otro estado de la nación. Lo que redunda en la renuencia férrea de los republicanos a incorporar un estado de oposición. En lo administrativo media lo que el territorio le cuesta al fisco federal, que no recibe el pleno beneficio del arreglo financiero que va a dar a Wall Street.
Entre los ajustes que se ventilan, sale a relucir que la ciudadanía de los puertorriqueños no es constitucional sino estatutaria, o sea que, es otra de esas leyes que se aprueban y derogan; así que cuidadito del lado que se duerme. Aquí, con esa sabiduría salomónica que nos lleva a querer estar con Dios y con el Diablo, las autoridades locales han renunciado (por ahora) a la instrumentación de los arrestos y deportaciones por la policía estatal y municipal.
Las acciones tienen consecuencias y la situación en que nos encontramos dista de ser halagüeña, todo lo contrario. Es claro que vivimos momentos difíciles y con toda probabilidad se han de poner peor. ¿Quien podar socorrernos? No hay remedio, nosotros mismos. Difícil pensar en un momento histórico que reclama tanto de la conciencia critica, la solidaridad y la movilización. Que nada te turbe, que nada te espante…
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