El siguiente ensayo consiste de cuatro partes que exploran: el sentimiento patrio, la relación colonial de Puerto Rico y los Estados Unidos de Norte América, el Estado Libre Asociado, y el caso de Oscar López. Asuntos íntimamente relacionados y de importancia tal que desbordan mi posibilidad de circunscribirme a la medida razonable de uno solo. Igual apunta a mi osadía de intentar atender en unos ensayos el alcance inmenso de la materia.
Parte I
El Sentimiento Patrio
A mis tiernos 68 años, llevo una vida intentando comprender la naturaleza humana y como sus congruencias y contradicciones intervienen en lo que pensamos, lo que sentimos y lo que somos. Encuentro mucho de qué escoger, mas entre los misterios de la especie, ha sostenido mi fascinación el sentido de pertenencia y el concepto de patria, por el arraigo profundo que tienen en tantas gentes y distintos modos de percibirlo.
Hablamos de la patria como madre (Pacha Mama), un concepto que aviva ese afecto primario y entrañable que provoca el terruño donde uno nace, o se hace. Ese entorno donde primero aprendemos de sabores, olores, sonidos y colores que comienza a registrase en la conciencia; más aún cuando media el uso de razón, las ideas y los valores que nos definen.
La patria/madre se aproxima a lo sacro y suele motivar desde lo heroico hasta lo estético, pues se edifica en una valoración que no tolera ofensa ni agravios. Cuando viene acompañada de libertad y justicia, cuenta con el poder de incitar la abnegación de dar la vida por la causa. Por hacer patria y libertad lucharon los ejércitos de Washington y Bolívar, como lo hicieron todos los movimientos en su afán de librarse del abuso y la opresión, en todos los tiempos y todos los lugares. Motivo para que me atreva a sostener que la noción de patria tiene una valoración excelsa, si no es consustancial, es muy a fin a la naturaleza humana.
La naturaleza también puso a toda norma su excepción y las ciencias crearon la curva de distribución, que nada tiene de normal, útil para comprender cómo se reparte lo mucho, lo poco y lo que media entre los extremos. Resulta razonable pensar que el sentimiento patrio se manifiesta en unos pocos a quienes les hace el cuerpo vibrar de emoción, otros a quienes deja enteramente indiferentes, y a muchos en el medio. Indiscutible que interviene como motivo en las gentes, con innumerables ejemplos en la historia y el arte, desde el arrojo de los generales hasta la abnegación del pueblo y los soldados, dispuestos a dar la vida por patria, libertad y justicia.
La patria figura en la conciencia colectiva de los pueblos, influyendo desde los sueños hasta la vida cotidiana. Es un asunto crucial en el discurso político, económico y social pues la patria es uno de los cimientos angulares de las culturas. Tampoco debe extrañar la frecuencia y potencia con que se utiliza para exaltar emociones y mover a la acción. Un sentimiento que se complica cuando media la migración.
Puerto Rico es el único lugar que pertenece a, pero no es parte de, los Estados Unidos de Norte América. Legalmente tenemos derechos por el hecho de pertenecer, mas no todos por no ser parte. Se nos otorgó ciudadanía y libre acceso, mas nuestra situación se atiende por el Comité de Asuntos Territoriales y no votamos por el presidente. Agravado con el hecho de que Boriken aviva un sentimiento irrevocable de pertenencia y orgullo. Asunto crucial de nuestra Burundanga.
Parte II
Puerto Rico/ Colonia Española y Norteamericana
Puerto Rico fue una colonia apropiada en la conquista española del 1493 y así se mantuvo hasta 1898. Por cuatro siglos fuimos la puerta de entrada y salida del Nuevo Mundo. La primera de las islas dotada de agua fresca y una inmensa bahía, con las condiciones más propicias para su defensa. Bastión militar de escasa población hasta el siglo XVIII, objeto de dejadez de un imperio consumido en crisis.
En el transcurso de la ocupación española se fue consolidando una identidad propia y una ideología nacionalista. Cuatrocientos años de dominio y mal gobierno dieron auge a las ideas de independencia que se concretan a mediados del siglo 19. En Puerto Rico, como en el resto de la América, se forjo un criollo rebelde en la figura cimera de Ramón Emeterio Betances y un grito de soberanía que se da en Lares en 1868, un levantamiento armado que ocupó el pueblo y proclamó la República. Un reclamo que fue severamente reprimido, como lo han sido todas las manifestaciones edificadas en el concepto de patria desde ese entonces.
Tras tres semanas de la Guerra Hispanoamericana del 1898, España sufrió una aplastante derrota en la que renunció a la soberanía sobre Cuba y cedió a Puerto Rico, Guam y las Filipinas por 20 millones de dólares a los Estados Unidos de Norte América. La “splendid little war” que lanzó la política expansionista de la nueva metrópolis. Si los españoles llegaron con la cruz y la espada (en realidad con la espada y con la cruz), los norteamericanos trajeron otra consigna: el Destino Manifiesto de su misión civilizadora, en las formas y maneras de la democracia, adjunto a su economía y manera de hacer negocios. El Tratado de Paris en que se pactó la repartición, retrocedía las incitativas autonómicas acordadas meses antes con España, con la instauración de un gobierno militar, luego uno civil, nombrado por Washington.
El gobierno militar de los primeros años cedió al Acta Foraker en 1900 que establecía uno civil; el gobernador y el consejo ejecutivo eran nombramientos presidenciales, funcionaba una Casa de Representantes electos, un sistema de justicia con su Corte Suprema y un Comisionado Residente en Washington con voz, pero sin voto. La nación interventora estableció las políticas legales y monetarias, el sistema de tarifas, y las aduanas a cargo de regular el comercio externo. El primer gobernador civil Charles Allen, después de estrangular la economía local, renunció para convertirse en presidente de la Junta de la American Sugar Refining Company, que en 1930 era propietaria de 40% de la tierra cultivable dedicada entonces a la caña de azúcar.
Desde ese entonces Puerto Rico ha sido un negocio muy rentable para los Estados Unidos. Los modelos de desarrollo han cambiado, lo que no ha cambiado es el margen de lucro que el ordenamiento político y económico ha generado para el país interventor. La disparidad de beneficios en las primeras décadas del siglo XX comenzó a activar un sentimiento que encontró su máxima voz en el abogado José de Diego, que sostuvo la idea de independencia. En 1914 la Casas de Delegados votó unánimemente en favor de la independencia y se opuso al Acta Jones que en 1917 nos impondría la ciudadanía y el servicio militar.
No obstante, el sentimiento pro americano también ha estado presente desde el inicio del siglo pasado en nuestra historia política. El Partido Republicano se fundó en 1899 con el propósito de alcanzar la estadidad y la igualdad de derechos ciudadanos. Una propuesta con una larga trayectoria en la política del país.
Con la Primera Guerra Mundial se inició la inducción en la milicia. Se estima que desde el 1898 al presente Borinquén ha dado más de 200 mil soldados al Ejército Norteamericano, 6,200 han sido heridos y 1,225 han muertos en combate. En la Guerra de Corea sirvieron 61 mil; una de cada 42 fatalidades fue de puertorriqueños. Ello sin que los puertorriqueños voten por el presidente, ni tengan representación congresional.
El Partido Nacionalista Puertorriqueño se fundó en 1922, con el propósito de forjar la República de Puerto Rico. El sentido de patria tomó un giro dramático en la figura de Pedro Albizu Campos, cuando la economía norteamericana entra en crisis y la expansión se repliega. En la Isla las penurias de la Gran Depresión se intentaron acallar con la brutalidad y la intolerancia. Justo cuando la delicadeza de la situación ameritaba un acercamiento diplomático, la metrópolis envía dos militares para acallar la penuria y el calor a patria a tiros y malletazos. Motivo para encender ánimos abrumados por atropellos.
Las confrontaciones comenzaron a escalar y se agudizan en 1932 cuando los Nacionalista se manifiestan ante la casa de las leyes. En 1935 la policía da muerte a dos Nacionalistas en una manifestación, que trae la secuela de la muerte del jefe de la policía. La escalada en violencia continuó con el asesinato de los autores en el cuartel policiaco y el encarcelamiento de Albizu Campos en 1936.
El escarmiento magistral se dio un Domingo de Ramos de 1937 en la ciudad de Ponce, cuando los Nacionalistas anunciaron una manifestación. Los Cadetes de la República armados con fusiles de madera fueron ametrallados desde las azoteas de edificios circundantes con un saldo de 100 heridos, 19 muertos y 50 detenidos. Un castigo ejemplar que quedará para siempre como uno de los abusos más infames en nuestra historia. Un patrón represivo que gira única y exclusivamente en torno al concepto de la patria, un patrón que inevitablemente cala en la consciencia de las gentes.
El Partido Popular Democrático se funda en 1938 por Luis Muñoz Marín, con la consigna de independencia y justicia social (Pan, Tierra y Libertad) como parte de su plataforma inicial. Mas su ideología fue cediendo al ámbito de lo que la metrópolis dictó como posible. El pacto de asociación evidentemente tuvo como requisito la exclusión de la soberanía y la represión del sentimiento patrio. Un viraje dramático al pragmatismo que también cala profundo en nuestra consciencia colectiva.
El Partido Independentista Puertorriqueño se fundó en 1946 por el abogado Gilberto Concepción de Gracia cuando el Partido Popular excluye el ideal de su plataforma con el propósito de alcanzar la soberanía a través de la lucha cívica y electoral. Debe notarse que en las elecciones del 1948 obtuvo 10% de los votos y en el 1952 el 20%, alcanzando tener 15 legisladores. El efecto de la persecución y la prédica del pequeñísimo caló para reducir el ideal a un margen electoral muy escaso (3 a 5%).
El regreso de Albizu en 1948, tras once años de prisión, coincide con el empuje del proyecto del Estado Libre Asociado. Con tal de acallar el ideal, el gobierno aprobó la Ley de la Mordaza, que criminalizaba la promoción de la independencia. Una ley hecha a la medida de un hombre y la contradicción más flagrante al principio de libre expresión consustancial a la democracia. Igual figura en nuestra historia jurídica el delito de conspiración sediciosa, para criminalizar la insurrección contra el orden establecido.
El sentimiento Nacionalista se levanta otra vez en los años 50, por entender que la pactada Constitución del Estado Libre Asociado (formula vigente) no alteraba el carácter colonial de la Isla. Como reacción a ello se lleva a cabo el levantamiento que proclama la independencia en Jayuya, el ataque a la Casa Blair y a la Casas de Representantes de Washington, y el ataque al Congreso de los Estados Unidos en 1954 denunciando la farsa del pacto y el servicio militar obligatorio. La mano fuerte de la represión se hizo sentir otra vez.
CONTINUARÁ…
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