Burundanga de Zocotroco
La Universidad de Puerto Rico es uno de los baluartes de nuestro patrimonio y uno de los motivos de más orgullo de nuestra identidad; para muchos el Alma Mater, el vehículo de superación personal y movilidad social. Por eso ha sorprendido tanto la saña con que la Justa de Supervisión Fiscal se ha empeñado en focalizarla como una de las causas principales de nuestra bancarrota.
El intento de entender porque esa saña me conduce al Plan Fiscal de la Universidad de Puerto Rico certificado el 12 de junio de 2020 de la Junta de Supervisión Fiscal, un documento que comienza a revelar claves. A tono con mi uso y costumbre, me tomo la libertad de citar ampliamente el documento de la Junta, hacienda claro que la edición es selectiva, subjetiva y determinada por la lógica de mi narrativa. De omisiones e inclusiones, voluntarias e involuntarias, en o fuera de contexto soy el único responsable.
Y cito:
La Universidad de Puerto Rico, fundada en 1903, es el sistema universitario más grande de Puerto Rico. La estructura actual de la UPR fue creada por la Ley Núm. 1 del 20 de enero de 1966, la “Ley de la Universidad de Puerto Rico” (“Ley Núm. 1”), y sus enmiendas, con la misión (comprometida con los ideales de una sociedad democrática) de servir al pueblo del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y contribuir al desarrollo y al disfrute de los valores fundamentales, éticos y estéticos de la cultura puertorriqueña.
La UPR es la institución de educación superior más antigua del Estado Libre Asociado: una historia de excelencia académica con 694 programas que otorgan certificaciones académicas y profesionales, incluidos 6 programas universitarios profesionales de primer nivel y 34 programas de doctorado.
La Universidad también es un centro de investigación importante: el Recinto de Río Piedras está catalogado por la Fundación Carnegie como universidad de alta actividad de investigación (una de las 335 universidades de EE. UU. en recibir tal designación) y existen 79 centros de investigación individuales en todo el sistema universitario. Estas contribuciones a la educación, la investigación y la movilidad socioeconómica hacen de la UPR un factor clave para mantener la salud de la economía y de las comunidades de Puerto Rico.
Inicialmente, las décadas de crecimiento demográfico y económico impulsaron esta expansión, ya que la demanda de educación superior e investigación creció con la producción económica. Con la expansión, la cobertura de educación superior mejoró y la Universidad surgió como un actor clave para transformar la isla en un destino atractivo para las manufactureras.
Los nuevos recintos también aportaron estímulos financieros y crearon empleos en regiones menos desarrolladas. Sin embargo, la creación de estos recintos también dio lugar a una estructura administrativa compleja y desconectada que hasta al anterior y altamente subsidiado modelo universitario se le imposibilitaba sostener.
Y de pronto…
Históricamente, el Estado Libre Asociado destinaba alrededor de $879 millones en su fórmula de asignaciones anualmente para respaldar los gastos operacionales generales de la UPR. Estos ingresos, junto con otros fondos del Gobierno central, cubrieron aproximadamente el 70% de los gastos anuales de la UPR.
El Estado Libre Asociado ya no puede proporcionarle a la UPR este nivel de asignación. Para reducir la carga financiera sobre el Estado Libre Asociado y fomentar una autogestión fiscal sólida, el Gobierno central ha comenzado a reducir las asignaciones a la UPR.
Esta “nueva normalidad” significa que la UPR no puede esperar que las asignaciones se mantengan en el mismo nivel de antes (casi el 70% de los promedio continental de los Estados Unidos del 20-30% para las universidades públicas, el resto proviene principalmente de la matrícula, de los fondos federales y de los ingresos autogenerados para apoyar las operaciones.
La Gerencia Universitaria
La disminución en la matriculación solo fue un factor más que se sumó a esta crisis. Hoy, la burocracia redundante y demasiado compleja desvía recursos esenciales del núcleo académico de la UPR. La falta de controles centrales, de sistemas de datos y de funciones de gestión ha servido para reducir la visibilidad sobre las finanzas de los diferentes recintos y el rendimiento académico general, lo que finalmente culminó en la pérdida de varios plazos críticos de presentación de informes ante el Departamento de Educación de los EE. UU.
La UPR enfrenta retos tecnológicos en el monitoreo y el control de la actividad financiera en sus once recintos y unidades componentes. Esto ha dado lugar a la imposibilidad de presentar informes financieros de manera puntual, según lo exigían las entidades gubernamentales y de acreditación. También impide que la Universidad funcione de la manera más eficiente y efectiva posible.
Como resultado de las decisiones históricas de la Universidad de contribuir con montos insuficientes al fondo de pensiones de la UPR, este último enfrenta desafíos significativos, con un 57% de pasivos sin financiamiento.
Los últimos estudios actuariales realizados por los actuarios de la UPR y de la Junta de Supervisión, sugieren que la UPR ha acumulado pasivos de pensiones por un valor de aproximadamente $3.2 mil millones, de los cuales $1.8 mil millones no tienen fondos. Si la UPR no realiza cambios en su política desfinanciamiento, su plan de pensiones podría ser insolvente para el año 2031.
En lugar de tomar las difíciles decisiones necesarias para adaptarse al contexto cambiante de Puerto Rico, los líderes de la UPR han optado por su financiar su plan de pensiones, seguir dependiendo de subsidios gubernamentales inviables y contraer deudas inasequibles e insostenibles.
Moviendose de sisntesis en síntesis, imposible omitir aquí un fragmento de la columna de Efren Rivera, que es profesor en la Escuela de Derecho que hace expicitos señalamientos.“ La UPR ha sido víctima de un empeño obstinado. La alta gerencia universitaria se tornó en cómplice de ese despropósito aduciendo desde el principio que las reducciones de fondos serían manejables. Ha faltado la defensa férrea de la universidad pública que debe esperarse de quienes aceptan dirigir sus operaciones, ha prevalecido un dudoso orden en la fijación de prioridades, la ausencia de transparencia en los procesos, la pobreza de criterios en la toma de decisiones académicas, la imposición de medidas sin diálogo real con las unidades de base y, en no pocas ocasiones, la arbitrariedad en la distribución de recursos cada vez más escasos. Ejemplo de todo lo anterior ha sido la disminución constante de la plantilla docente de la institución.” (ENDI 2-3-2021)
Ejecutoria Académica
Durante décadas, la UPR ha luchado por lograr la optimización del currículo académico (que causaba una disminución en la matriculación), mantenerse al día con las necesidades de infraestructura y de mantenimiento, corregir las ineficiencias operacionales y administrar sus responsabilidades.
Su posicionamiento global ha disminuido en los últimos años. La tasa promedio de graduación de 8 años para los recintos de 4 años se sitúa por encima del 50%4.
Puerto Rico también se ha quedado fuera del crecimiento sustancial de las patentes que se ha producido entre las universidades nacionales de investigación en las últimas cinco décadas5.
El Futuro Incierto
Si la UPR no logra diversificar sus fuentes de ingresos y mantiene costos insostenibles, la institución correrá el riesgo de no poder soportar los peligros de la trayectoria demográfica negativa esperada de la isla.
Las proyecciones de gastos e ingresos indican que, en ausencia de medidas y reformas fiscales, la UPR funcionará con un déficit substancial operacional (previo al servicio de la deuda), que se espera que alcance los $390 millones para el año fiscal 2025.
Incluso después de las medidas fiscales, la UPR no podrá pagar su deuda acumulada contractualmente de aproximadamente $600 millones y deberá continuar con la reestructuración de la deuda.
Akángana
Pues claro que hay motivo de indignación y coraje; el cuadro va de caótico para catastrófico y es una vergüenza inmensa que tenga que venir gente de afuera a denunciar tal desorden de la casa. Molesta porque le anona al prejuicio racista que se nos subedita pues no sabemos gobernarnos. Mas los datos no mientes ni los números engañan.
Toca explicarse mas afondo cuando y porque el estado benefactor paso a difunto y como la vida isleña dio un giro súbito y repentino que ha llevado a medidas que dejan la institución con poco ms de la mitad de lo que era su presupuesto, en un vacío y a riesgo de la desacreditación. La evidencia que presenta la Junta hace patente que los administradores han sido un desastre, con el agravante que aquí al momento de fijar responsabilidad, cada cual coge para su casa.
Si algo se puede afirmar sin titubeos es que la Universidad, desde que advino el Estado Libe Asociado ha sido un balón político, finca de partido y que sus cuadros directivos siempre han tenido tornillos partidistas. Asunto agravado con el advenimiento del bipartidismo, que hizo del balón un juego de toma y da acá, con muchos beneficiarios de nombramientos y acomodos. La pregunta es: ¿Si la mala administración ha sido responsable de la insolvencia presente, ¿Porque se penaliza a los estudiantes con alzas sustantivas de matricula? ¿ Porque se castiga al profesorado con la mezquindad en plazas y ascenso? ¿ Porque se atenta en contra las pensiones de los jubilados?
Tras el debate subyacen poderosos motivos ideológico que mueven al apasionamiento. Se enfrentan el empeño pro americano, conservador, neoliberal y capitalista, que empuja la privatización y la disminución de la inversión pública en los servicios esenciales. De frente a un neo socialismo, mas nacionalista y soberanista que propone otro tipo de orden. Un debate que suele conducir al empecinamiento fanático que reduce el discurso al plano primitivo de epítetos denigrantes.
La Universidad de Puerto Rico siempre ha sido el escenario de los grandes debates y el terreno de libertad para las ideas disidentes. Epicentro de las luchas estudiantiles, espacio de marchas y manifestaciones, huelgas y confrontaciones fatales. Un irritante para la concepción de Casa de Estudios y paz social. La UPR ha sido estandarte de disidencia y resistencia, de un sentido crítico que no se doblega al poder y resulta un trago amargo para la autocracia intolerante.
Se me hace claro que media mucha frustración y mucho coraje, con razón. Los que se ha hecho con la Universidad revela una ineptitud indefendible y produce un bochorno insoportable. Agravado por la inmensa contradicción que en un centro del saber medie tanta torpeza. Fue mucha la complacencia con los fondos generosos del gobierno, pero con cuidado.
La Imprudencia de Preguntar
¿Hay que tener carné del Partido Comunista para pensar que la educación puede (debe) ser una función del estado y gratuita? ¿Porque un bien tan esencia como el conocimiento debe tener precio y el vehículo de movilidad social debe ser cada vez mas costoso y excluyente?
Al aplicar el modelo de negocios, es evidente que no hay paridad razonable entre los costos y los ingresos de la UPR, la pregunta es:¿Es inevitable verla como un negocio? ¿Como se miden los intangibles? ¿Por qué se insiste consignarle costo cuando debería ser una inversión, que cambia enteramente la manera de verlo. Igualmente sale a relucir la comparación con el modelo fiscal de universitarias norteamericanas. ¿ Porque debe ser ese el modelo a seguir?
Si esto cualifica como una debacle de carácter acumulativo (yo defiendo que si) es claro que no se da por autonomasia, por lo que pregunto ¿Y los responsables, donde están?
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Copyright 2021 por José M. Umpierre. Foto de estudiantes copyright por Barrio Dof Productions. Foto de porton de la universidad cpoyright por al autor. Los demas fotos en el dominio publico.