El Arsenal de la Puntilla fue digno escenario para la presentación del libro Compostela: Escultor de Carmen Vázquez Arce. Atender el tema conlleva aclaraciones preliminares. Me unen vínculos de afecto con el escultor y su familia que anulan la posibilidad de acoger el tema de otro modo que no sean matizado por los afectos. Y porque no, si se trata de un testimonio tan elocuente de amor.
El texto es el producto de ocho años de dedicación y empeño de Carmen y su hermana María Consuelo, hijas del Escultor y constituye un testimonio de la admiración y el respeto que la paternidad puede inspirar, aunque es muy poco frecuente que se logre, o se dé en torno a un personaje tan singular y a la vez de manera tan elocuente.
Me resulta evidente que el afecto se desborda en la pasión con que ha sido atendido el detalle y la minucia con que se documenta su vida y su obra. Compostela fue un ser excepcional y un personaje de por siempre. Sobre todo si se contempla su obra, se considera su biografía, y más aun si se conoce un tanto su talante, que no creo exagerar al decir “genial”. Verlo ahora, a las luces de este libro, confirma lo que sentí al conocer a Compostela.
No fueron tantas las veces que nos vimos, suficiente para incitar en mí un culto al humor irreverente, irresistible e irreversible. Por ejemplo, en el libro se encuentra la siguiente anécdota: “Estando en Puerto Rico y viendo que no había una industria del mueble, me propuse hacer un arte del mueble Nacional (con elementos) de la flora y fauna de Puerto. Rico. Hice dos camas para que vieran el resultados de mi idea (no les interesó). Los mandé para el carajo y me fuí, en el año 48, con mi música a otra parte.” Un instante fué suficiente para sembrar la semilla y una lección fué lo único necesario para marcarme de por vida. No, objetividad para nada, más aún cuando una de las hijas del escultor es la madrina de mi hijo mayor, lo cual no es impedimento para apreciarlo.
La elegancia de la arquitectura colonial del Arsenal de la Puntilla acogio las varias decenas de familiares y amigos que nos dimos cita para la presentación del libro; una pequeña multitud que excedió las posibilidades del espacio, confirma el poder de convocatoria de las autores y hace patente el éxito de asistencia por la gente de pie. Poco importó la insuficiencia del sistema de sonido; el silencio fué la forma más elocuente de respeto por el Escultor y su obra y una celebración del libro. Marco propicio para las palabras de oradores que hicieron patente el sitial de distinción que ocupa Compostela como el Maestro de Escultura en el Puerto Rico que se forjó a mediados del siglo pasado.
El libro es una joya. No hay que decir mucho más, aunque hay mucho más que decir. Uno de esos textos que al tomarlo en las manos comunica sentido de volumen, literal y figurativamente. El diseño de texturas de papel y tejido, junto con la imagen y los textos, dan al libro una elegancia sensual a la vista y el tacto. Abrir el libro y comenzar a hojearlo nos lleva a abundar en esa impresión que provoca el primer encuentro con el volumen, que es un tributo al arte de la fotografía de Jochi Melero, el diseño magistral de Lydimari Aponte Tañon, la biografía y la documentación minuciosa que registran Carmen y Chelo. Un regalo para afectos y los sentidos.
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Burundanga Boricua del Zocotroco copyright 2016 por José Umpierre. Fotos del autor.