El profesor británico Raymon Carr en su libro Puerto Rico: A Colonial Experiment (Vintage Books, 1984) con la supuesta objetividad de no ser parte envuelta, apunta una condición poco halagadora y generosa de como somos, que no ha cambiado mucho con el tiempo.
“Tal pesimismo puede verse como característico de la exageración del malestar general del Oeste en recesión, otro síntoma de la enfermedad de los puertorriqueños; su insistencia de la importancia singular de su problema, perversamente ignorada por el mundo en general y los Estados Unidos en particular…El asunto del estatus es lo que divide el mundo claustrofóbico de Puerto Rico en tres esferas de discurso, cada cual apoyada en sus mitos, su visión del pasado y recomendaciones especificas para el futuro. Las discusiones obsesivas y bizantinas del estatus puede llevar a asumir que provee una ocupación inocua para académicos y políticos de inclinación legalista. Pero para los Puertorriqueños, el estatus envuelve no solo una concepción de su identidad o una visión de su historia; parece gobernar sus prospectos de empleo, nivel de ingreso y de vida… Para los habitantes de la comunidad de esta pequeña isla políticamente introvertida, el asunto es de suprema importancia.”
Como Zocotroco formado en las ciencias de la conducta, no me resulta nada de simpático que el profesor Carr se refiera al malestar de nuestra cultura como enfermedad, pues convierte la indignación ante nuestro problema mas inminente en patología. Más aun cuando tilda nuestro mundo de claustrofóbico, nuestra discusiones obsesivas y bizantinas, así como el debate intelectual como inocuo. En lo que dice hay de cierto, mas tengo mis dudas si amerita ponerse en esos términos.the last colony”
El documental recién estrenado The Last Colony de Juan A. Márquez confirma la importancia crucial que es el estatus, enfocando la evolución constitucional de la Isla hasta desembocar en 2012 cuando se celebro la más reciente
consulta. Un intento loable de romper con la claustrofobia introvertida que nos adjudica el ingles y adelantar un diálogo exponiendo para el pueblo del norte, como piensan y sienten los isleños, en la voz de los representantes de las diferentes ideologías.
Márquez es documentalista del patio radicado en el norte, con créditos previos en 100,000 Dogs, que enfoca la sobre población de perros realengos en Puerto Rico y fue merecedor de un premio EMMY. En el proyecto en discusión, figura como productor, coguionista, director, camarógrafo y editor, confirmando su dominio del medio e ilustra el modo de realización del patio. El título evoca el libro de José Trías Monge, Puerto Rico, the trials of the oldest colony in the world, donde el reconocido jurista, arquitecto de la Constitución del Estado Libre Asociado y pasado presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico pasa juicio retrospectivo sobre la situación de la Isla. Pues si tiene razón el profesor Carr. El estatus es asunto crucial para los isleños, y no lo tildaría de patológico si fuese Boricua. No hay duda de que es erudito y enjundioso, Zocotroco no es.
Me resulta notable el intento del realizador de ajustarse a los datos y los hechos; la pasión se desborda en los testimonios, más allá de la sobriedad circunspecta que intentan los personajes en búsqueda de la credibilidad de la mesura. La excepción es Cancel Miranda, el único que nos habla en español, con la convicción que tiene el valor y el sacrificio. El documental pone en perspectiva la relación entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Desfilan por la pantalla representantes de cada ideología, en una ingeniosa secuencia que hace fluido el movimiento, conduciendo al desenlace de la consulta y la reacción aquí y allá.
Los testimonios hacen patente que ninguno de los partidos políticos están satisfechos con lo que existe. Los Populares que procuran ampliar los poderes del Estado Libre Asociado, se aferran a la sobre vivencia de una formula, armados con el argumento que con la estadidad dejaríamos de ser puertorriqueños. Los estadistas acarician el ideal de igualdad, enfilando su discurso a que la la identidad no se renuncia: con un 75% de votos por esa formula difícil de cumplir. Los independentistas se abrazan a la dignidad de la soberanía y las contradicciones jurídicas con un voto exiguo, augurando separatismo en caso de que prevalezca la estadidad.
El quien es quien de la política Isleña rinde su versión, nombrarlos todos sería un espacio excesivo, baste decir que todos expresan con vibrante lucidez su interpretación de lo que somos, lo que no somos y lo que podemos o queremos ser. Visto que no son asuntos fáciles y que nos caracterizamos por lo subjetivo y enérgico de nuestras opiniones, el resultado no es un misterio. Burundanga; a juicio de este observador, las diversas opiniones como los resultados del plebiscito, dejan más incertidumbre y ambigüedad que un camino claro, no por falta del realizador sino por la complejidad de la sustancia. Lo que si resulta inminente e irrefutable es que en 2016 se llevará a cabo otra consulta, la quinta, esta vez avalada por el gobierno federal, que tiene otra clase de implicaciones.
The Last Colony es una obra de largo trabajo y dedicación por un talentoso cineasta, empeñado en contribuir al mejor entendimiento de nuestra cultura política. Una invitación al diálogo fuera de líneas partidistas, a pensar en un futuro que se nos escapa. Quizá esta es la ocasión de sentirse optimista pues puede conducir al camino de romper con la obsesión, de resolver de una vez el problema acuciante del estatus y movernos a nuevas obsesiones que nos saquen de el inmovilismo y la desesperanza de este lapachero. Bravo Juan.
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