Parte II
Informe sobre el Desarrollo Humano: Puerto Rico 2016
Población
De acuerdo con el Censo de 2010, Puerto Rico tenía una población de 3,725,789 habitantes a esa fecha, lo que representa una reducción de 82,821 habitantes (2.2%) en comparación con el Censo de 2000. Durante las últimas décadas, la población de Puerto Rico se ha ido reduciendo y envejeciendo aceleradamente.
La reducción poblacional de Puerto Rico comenzó en 2004-05, poco antes del inicio de la recesión económica en 2006. Nunca antes la población de Puerto Rico se había reducido entre dos censos. La tendencia se ha agudizado en los últimos años, estimándose una pérdida adicional de 251,607 personas entre 2010 y 2015, fechas en que los datos reflejan un descenso poblacional a 3,474,182 personas.
De 2010 a 2015, Puerto Rico perdió un 6.7% de su población total, y debido a que la mayor parte de esta pérdida fue de un sector joven, su mediana de edad se incrementó de 36.9 a 40 años. Las proyecciones sugieren que la tendencia a la disminución poblacional continuará durante los próximos 40 años, proyectándose una población de 2.3 millones para 2050.
Nacimientos
Puerto Rico ha experimentado una dramática reducción en el número de nacimientos. Para el año 1970, la tasa cruda de natalidad era de aproximadamente 25 nacimientos vivos por cada 1,000 habitantes, cifra que se había reducido a menos de la mitad (11.3) en el año 2010.
En la década de 2000 a 2010 se produjo el descenso más agudo, con una reducción de 26.0% en los nacimientos; entre 2000 y 2015 la disminución llega a 47.5%, lo que implica que la mayor parte de este descenso ha ocurrido desde comienzos del siglo XXI.
En los años 2009 se reportaron 44,830 y en 2010 fueron 42,203 nacimientos vivos con una reducción de 2,627 entre ambos años.
La vertiginosa reducción en la natalidad ha llevado a que el país solo reemplace generaciones.
Mortalidad
La tendencia de la Tasa Bruta de Mortalidad durante el siglo XX en Puerto Rico mostró un decrecimiento constante desde 1930 —con una tasa de 23.1 muertes por cada mil habitantes— hasta 1970, cuando alcanzó una tasa de 6.5 muertes por cada mil habitantes y se mantuvo fluctuando cerca de esa cifra hasta mediados de 1980 (Vázquez Calzada, 1988).
Durante las siguientes décadas la tasa bruta de mortalidad promedio fue de 7.6 muertes por cada mil habitantes. Para 2011, la TBM alcanzó las 8.1 muertes por cada mil habitantes y de igual forma se mantuvo para 2012.
Al evaluar las primeras diez causas de muerte durante el periodo 2011-2012, resaltan dos causas de muertes externas. Los homicidios y accidentes ocupan la posición seis y siete respectivamente. La razón de mortalidad por género nos indica una sobremortalidad masculina en nueve de las diez causas de muerte, salvo en las muertes a causa de Alzheimer, la única que registra mayor mortalidad en mujeres que en hombres. En cambio, la diferencia por géneros en la mortalidad por homicidios, en los hombres es once veces superior que la de las mujeres en el periodo señalado.
Migración
De 1898 y 1940 la migración a los Estados Unidos se considera escasa, estimada en 90 mil habitantes que se re-ubicaron en el Norte durante ese lapso. De 1940 a 1950 la tasa saltó de 8.8 en 1950 a 19.9 en 1960, siendo el índice más alto en la historia previa, con un promedio anual de 47 mil emigrantes.
La emigración, que se ha acelerado en los pasados años a causa de la prolongada recesión económica está relacionado con la baja en natalidad. La década de 2000 fue la de mayor movimiento migratorio de Puerto Rico a Estados Unidos desde el gran éxodo del 1950 a 1960. Además, es la primera década en que este movimiento se traduce en una reducción poblacional.
En los últimos cinco años, (2010 a 2015) la migración se ha vuelto a acelerar. Entre julio de 2013 y 2014 salieron 61,099, entre julio de 2014 y 2015 salieron 86,650, para un aumento de 69%. Entre el 2010 y 2014 el promedio anual de salidas fue de 53 mil, sobrepasando la cumbre de la migración anterior en 1950 cuando alcanzó 47 mil. La diferencia entre la ola migratoria de los 50 y la actual es que entonces se iban con menos edad y escolaridad.
Entre los años 2010 y 2015, Puerto Rico perdió un 28.9 % de los niños de nueve años o menos, bien fuera por menos nacimientos o por emigración de estos con sus padres; en cinco años se experimentó una reducción de un 72.3% en la población del país de 19 años o menos, mientras que se registró un aumento de 69% en el sector de 70 años o más.
Esto se desarrolla en un escenario de estancamiento económico, crisis fiscal y poca capacidad para organizar servicios adecuados para la población de la tercera edad, que en su mayoría se encuentra bajo condiciones de pobreza o vulnerabilidad.
Estos cambios de perfil demográfico ponen presión sobre los sistemas de retiro, tienen implicaciones importantes para la innovación tecnológica y obligan a pensar en la necesidad de diseñar nuevos sistemas de cuidados y de seguridad para la población envejecida.
Salud
El sistema de la salud pública en Puerto Rico comenzó a formalizarse a principios de 1900. Hasta entonces, la atención a la salud para la población pobre era brindada en cada municipio por beneficencias y hospitales municipales, cuyas funciones eran tanto de caridad como educativas.
Para 1919 se reorganiza la estructura y se designa al Departamento de Salud de Puerto Rico (DS) como el organismo público rector de la salud en virtud de la Ley Núm. 81 del 14 de marzo de 1912, según enmendada. Ya para 1930 las unidades de salud pública componían gran parte del sistema de salud de la Isla (Maldonado, 2008).
En 1952, el DS adquirió rango constitucional en el Artículo IV, Secciones V y VI de la Constitución del Estado Libre Asociado (ELA). A partir de esta fecha, el sistema de salud continuó su crecimiento y desarrollo, con la misión de “propiciar y conservar la salud para que cada ser humano disfrute del bienestar físico, emocional y social que le permita el pleno disfrute de la vida, y contribuir así al esfuerzo productivo y creador de la sociedad” (Oficina de Gerencia y Presupuesto, 2012).
En 1957 se realizó el proyecto de regionalización, en el cual brindaban servicios preventivos, atención temprana a enfermedades y servicios curativos a la población. Los cambios en las naturalezas de las enfermedades más prevalecientes de Puerto Rico para esa época, de crónicas a degenerativas, impulsaron la prestación de los servicios médico-hospitalarios a través de un sistema regional, estableciendo tres niveles de servicio de cuidado médico.
En 1976 surge otra reforma en el sector de la salud, plasmada en la Ley 11 del 23 de junio de 1976, Ley de Reforma Integral de los Servicios de Salud de Puerto Rico.
Los procesos de privatización culminaron con la Reforma de Salud de 1993, que se presentó para corregir primordialmente el acceso desigual a servicios de salud y el aumento desmedido en el gasto gubernamental en servicios de salud.
Esperanza de Vida Al Nacer
El cálculo del Indice de Desarrollo Económico incorpora la dimensión salud mediante el uso del indicador esperanza de vida al nacer, con la intención de medir la cantidad y calidad de vida de las personas. De manera indirecta, permite asociar la cobertura, calidad y eficiencia en la prestación de servicios de salud, así como posibles parámetros de inequidad y desigualdad en la prestación de servicios de salud que pudieran afectar el estado de la salud y el bienestar de la población puertorriqueña.
En el año 2012, la esperanza de vida al nacer es de 79.2 años y Puerto Rico se encuentra entre los primeros 41 países con mayor longevidad. Existen notorias disparidades de género en salud, que se visualizan a través de la esperanza de vida entre géneros, con desventajas muy fuertes para los hombres, los cuales tienen 8 años menos de esperanza de vida al nacer en comparación con las mujeres. A pesar de la marcada sobrevivencia de las mujeres, los años finales de vida de estas suelen estar plagados de enfermedades relacionadas con la obesidad, el sedentarismo y la diabetes
Según el Population Reference Bureau 2012, las esperanzas de vida al nacer de las mujeres puertorriqueñas es de las más altas, colocándonos entre los primeros 32 países; por su parte, los hombres estarían ubicados entre los primeros 49 países. Usando estos mismos datos, se encontró que Puerto Rico está entre los primeros veintiún países con las diferencias más amplias en la esperanza de vida por género, con una diferencia promedio de ocho años.
Morbilidad
La mortalidad y la morbilidad son parámetros que permiten medir las condiciones de salud mediante la ocurrencia de defunciones, así como la incidencia y prevalencia de enfermedades.
Condiciones Crónicas
El rápido aumento de las enfermedades crónicas representa un reto de salud importante para el desarrollo a escala mundial. Hoy las enfermedades crónicas, tales como enfermedades del corazón, derrame cerebral, cáncer, enfermedades crónicas respiratorias y diabetes son las principales causas de mortalidad en el mundo.
El perfil de enfermedades crónicas de Puerto Rico (2014) muestra un patrón análogo al de países de alto y muy alto desarrollo humano, aunque difiere en su ordenamiento. Las principales enfermedades crónicas son: de corazón, diabetes, neoplasmas malignos, accidente cerebrovascular, artritis, asma y enfermedad respiratorias.
La hipertensión, hipercolesterolemia, sobrepeso y obesidad se consideran como principales factores de riesgo. A estos se suman el uso del tabaco y la pobre actividad física, que están relacionadas con conductas individuales que encabezan la lista de ese tipo de determinante de la salud.
Servicios
Puerto Rico ha experimentado cambios y adelantos en el campo de la medicina, en la cobertura y accesibilidad de los servicios de salud, en la educación en salud preventiva, en la vigilancia y control de enfermedades y en la promoción de la salud que han sido clave en el estado de la salud de la población.
Educación
La llegada del régimen estadounidense a comienzos de 1898, trajo consigo grandes cambios en los ámbitos social, cultural, político y educativo. Inicialmente los gobernantes cambiaron el idioma de enseñanza de español a inglés, pero ni los maestros ni los estudiantes aceptaron esta imposición. Posteriormente, Puerto Rico tuvo nuevamente como idioma oficial de la instrucción el español.
Alrededor de 1940, la Isla experimentó un alza en la cantidad de personas que habían asistido a la escuela, y la tasa de alfabetización aumentó a cerca de 70%. La tasa de alfabetización era superior en los hombres (72.3%) que en las mujeres (64.7%).
En 1952 se aprobó la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en la que se estableció como un derecho la educación libre, no sectaria, gratuita y obligatoria, con lo que se continuaba superando la desigualdad con avances de inclusión y equidad en la participación educativa.
La, Ley Núm. 149 de 30 de junio de 1999, la cual tiene el propósito de guiar la organización, acceso, participación y calidad educativa de la Isla. Esta es la ley vigente en la actualidad.
Para el año escolar 2012-2013, la matrícula del nivel básico (pre-K a 12) en el sector público fue de 434,609, mientras que en el sector privado fue de 153,817. Durante los pasados años, ambos sectores han reflejado un paulatino descenso en la matrícula total en el nivel básico (pre-K a 12). El sector público perdió alrededor de 154,000 estudiantes de 2002 a 2013, mientras que el sector privado perdió cerca de 51,000 estudiantes de este nivel en el mismo periodo.
La distribución de matrícula se ha mantenido estable por las últimas dos décadas, en una proporción aproximada de 60% mujeres y 40% hombres. 26.7% de los habitantes ha completado algún grado postsecundario universitario (grado asociado en adelante). Finalmente, un 6.7% ha terminado estudios universitarios posgraduados, o sea, maestría, doctorado o posdoctorado. .
Los estimados de la Encuesta sobre la comunidad de Puerto Rico (ECPR) 2011- 2015 indican que un 73.0% de los habitantes de Puerto Rico con una edad de 25 años o más ha completado el nivel secundario alto (graduado de escuela superior o equivalente).
El Departamento de Educación de Puerto Rico tiene el mayor presupuesto del país. Esto supone una gran inversión de recursos humanos, económicos y de infraestructura impensable en otros países. Sin embargo, la calidad de los logros no va a la par con la inversión de estos recursos. La educación confronta los retos de el abandono escolar, las bajas tasas de aprovechamiento académico y las pobres tasas de graduación a nivel universitario.
El país tiene un sistema de educación básico dividido en un sector público ineficiente, politizado, burocrático e incapaz de alcanzar logros relevantes y un sector privado muy desigual en términos de rendimiento y de calidad, y cuyos indicadores de éxito se han deteriorado a través de las últimas décadas. El sistema educativo no necesariamente está pensado y armado en función de las realidades de los jóvenes adolescentes y sus necesidades particulares como jóvenes adultos en el estado benefactor de Puerto Rico.
Economía
Puerto Rico se encuentra atravesando una crisis en su economía que va mucho más allá del estancamiento y la abrumadora deuda pública. La estrategia de industrialización por invitación no llevó a la generación de vínculos con empresas locales, a eslabonamientos en el sector manufacturero, ni a la diversificación de mercados que permitieran consolidar un proceso de crecimiento sostenido a largo plazo.
Un gran número de empresas salieron del país al terminar su periodo de beneficios contributivos y no hubo capacidad para aprovechar el conocimiento acumulado en la producción ni la fuerza de trabajo adiestrada que quedó desempleada
La actividad económica de Puerto Rico ha dependido mucho de las empresas estadounidenses establecidas en el país, dedicadas al comercio al detal que generan pocos empleos estables y de tiempo completo, y que transfieren diariamente sus ingresos de caja a Estados Unidos. Además, han desplazado a buena parte de las pequeñas y medianas empresas de capital local.
La política pública de estímulo empresarial en Puerto Rico ha sido ambivalente y errática, privilegiando la concesión de incentivos a las empresas extranjeras en vez de apuntalar el desarrollo, la expansión y la consolidación de empresas locales que podrían generar más empleos y reinversión local
Menos de un 5% de las empresas locales exportan sus productos o servicios y es muy difícil para estas competir en una economía tan abierta y dominada por las megaempresas transnacionales, que suelen formar monopolios de facto. .
Las transferencias a individuos, dádivas del Gobierno Federal de Estados Unidos, han servido como un amortiguador de la desigualdad en Puerto Rico. De eliminarse del análisis dichas transferencias —por concepto de alimentos, becas de estudio y subsidios diversos— la desigualdad en Puerto Rico sería mayor. Es innegable que estas transferencias han ayudado a las familias y a la economía de Puerto Rico, pero las mismas no se han traducido en formas efectivas para estimular el desarrollo humano.
Trabajo
La tasa de participación en la fuerza de trabajo es de las más bajas en el mundo y ronda actualmente por un 40. En periodos de crisis económica los trabajadores más vulnerables en el mercado laboral son los jóvenes, las mujeres, las personas de la tercera edad y las de menor nivel de educación.
En 2000, el 50% del ingreso personal neto tenía su origen en las compensaciones a empleados, seguido de un 30% por concepto de transferencias a individuos y un 20% correspondiente a ingresos procedentes de la propiedad.
Trece años después, se evidencia una dramática disminución de más de 10% en el ingreso asalariado —el componente más importante del ingreso personal— para un 39.5%. Mientras, los ingresos por pagos de transferencias a individuos aumentaron al 36.6% (de $11,736 millones a $23,188 millones) y los ingresos procedentes de la propiedad aumentaron a su vez al 23.9% del ingreso personal.
En Puerto Rico trabajar disminuye la probabilidad de ser pobre, pero no asegura salir de la pobreza: el 21.3% de las personas empleadas eran pobres.
Desigualdad
Puerto Rico no ha dado importancia significativa a mantener un bajo nivel de desigualdades y confronta un problema serio que necesita atenderse con políticas diseñadas para revertirlo. Para el año 2013 Puerto Rico había llegado a la deshonrosa marca de ser uno de los cinco países con más desigualdad de ingresos del mundo, junto con Sur África, Zambia, Honduras y Lesoto.
Al comparar la distribución del ingreso en Puerto Rico, se observa que el sector más pobre se ha deteriorado significativamente, más cuando se compara con los demás grupos a lo largo del tiempo. En el año 2000 el ingreso del 10% más rico era 25 veces el ingreso del 10% más pobre. Para 2012 había aumentado a 33 veces.
Durante el periodo de recesión 2006 a 2012, todos los estratos sociales sufrieron en general disminuciones en sus ingresos. Sin embargo, la disminución fue mucho más pronunciada en el sector más pobre de la población. Los mayores efectos de la desigualdad la sufren los hogares de jefatura femenina.
La correlación entre desigualdad, pobreza y nivel educativo se comprobó empíricamente. A medida que aumenta el nivel educativo, disminuye la desigualdad. La desigualdad también está muy relacionada con el empleo y es en este ámbito donde Puerto Rico tiene los problemas más serios.
Ello parece estar en la base de nuestras dificultades de lograr cohesión social y de superar la pobreza, la criminalidad, la deserción escolar y el estancamiento económico. No hacerlo significará profundizar el estancamiento económico, los actuales problemas sociales y seguramente generar otros.
Niñez y Juventud.
La vulnerabilidad de los niños es alarmante. Un 83% de grupos vive en zonas de alta pobreza. Un 57% de los niños y jóvenes vive en familias monoparentales y en el 82% de los casos se trata de mujeres jefas de familia.
Los niños y adolescentes de familias pobres están desproporcionadamente expuestos a la compleja gama de actividades que genera la economía del narcotráfico.
Puerto Rico puede ser el único país del hemisferio donde hay más lugares de venta de drogas que escuelas (más de 1,600 puntos de drogas vs. 1,388 escuelas públicas).
La gran mayoría de los puntos de drogas incorpora a menores de 18 años en tareas remuneradas, que incluyen hasta el sicariato.
CONTINUARÁ…
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