Más Crisis
Puerto Rico se encuentra en la palestra global, asociado nada menos que a la pesarosa situación de Grecia que lleva tiempo como noticia. El detonante de la atención fue la declaración del gobernador de que la deuda de 72 billones que ha acumulado el gobierno es impagable. Para este Boricua, es un bochorno inmenso figurar mundialmente como embrollones y mala paga, obligado a ser optimista, la gravedad del asunto abre puertas a nuevas posibilidades; incita el espíritu inquisitivo a levantar preguntas y procurar respuestas.
Agradezco la propuesta del canciller alemán, que sugirió a los EU a intercambiar Grecia por Puerto Rico, prueba que de valor no estamos enteramente carentes, más no deja de ser una desfachatez que discutan nuestra situación en nuestra ausencia y mejor sueño con una moneda propia antes que acogernos a otra. En vista de que estamos puestos en similar situación, toca la distinción de diferencias: Grecia es un país soberano de la Unión Europea, Puerto Rico es un territorio no incorporado de los Estados Unidos. La contradicción más grande a la prédica igualitaria; garra del águila imperial que aprisiona el corazón de la democracia.
La situación de Puerto Rico obliga la atención del mundo a las particularidades del pacto y confío tendrá resonancia en la opinión pública internacional, particularmente en las Naciones Unidas, donde el Comité de Asuntos Coloniales presiona para que se atienda en asamblea plenaria.
La quiebra y incapacidad de pagar es señal de que algo anda muy mal y apunta a la necesidad inminente de acción. Al momento de procurar causas, no es difícil acudir a lo estructural de la sumisión de ser un territorio no incorporado que no cuenta con los mismos derechos aunque mas responsabilidades, que los ciudadanos de primera clase. Estar sujeto a la desestimación racista y prejuiciada que nos ha sometido a ser propiedad sin ser parte, que nos ha tratado con condescendencia, a la que nos hemos acercado con el servilismo de la suplica ante su prepotencia. No se si alcance a ser talón de Aquiles de la política federal en cuanto a la Isla, mas inevitablemente incita la curiosidad y la consternación ante la seriedad de lo que significa.
A juicio de este Zocotroco, la médula del asunto radica en lo económico, que se supone conduce a desarrollo, en nuestro caso a la falta de ello, al menos en cuanto a lo que caudal, capital y ahorro se refiere. El sentido común me dicta que una economía saludable es una productiva y diversificada en sectores industriales, comerciales, turísticos y servicios, que generan recursos para contribuir a la salud y bienestar de la población El desarrollo económico de Puerto Rico en el pasado siglo ha tropezado con inmensos obstáculos. Entre lo primero que hicieron los Norteamericanos al llegar e instituir un gobierno civil en 1901 fue devaluar la moneda en 40%, rehusaron prestamos y medidas de rescate a nuestra agricultura devastada por huracanes, empujando a la quiebra y la venta de la propiedad a precios de desesperación. Nada que ver con lo que esta pasando, cualquier parecido es puro capricho del destino.
La primera mitad del siglo la pasamos orientados a la agricultura de mono cultivo y la preponderancia de la cana de azúcar, Regalo de la ambición y codicia del primer gobernador Charles H. Allen que, de un plumazo legislativo (y una guerrita espléndida) lanzo al desecho una agricultura diversificada de auto sustento, al monocultivo y se apuntalo como el barón del azúcar con el American Refining Sugar Company. La Gran Depresión tuvo un duro impacto y sirvió de fondo a las huelgas cañeras, la ascendencia del Partido Nacionalista y el verbo encendido de Pedro Albizu Campos.
La década de los 40 se inicia con el envolvimiento en la guerra, el triunfo, la recuperación y expansión consecuente de capital. En 1947 se aprobó el Acta de Incentivos Industriales, al tiempo que la Ley 600 que nos permitía acoger una constitución con gobierno propio. Entiendase, elegir un gobernador de la Isla y a los legisladores. Como parte prominente de el primer gobierno, se creó la Administración de Fomento Económico como ejecutora del desarrollo de la Operación Manos a la Obra. Teodoro Moscoso recibe la consigna del gobernador Munoz de promover la Isla como un paraíso para la inversión industrial, amparada por la exención contributiva sobre ingresos, acceso al mercado estadounidense libre de aduanas, financiamiento del gobierno a bajos intereses, en tiempos de la expansión triunfalista de la postguerra y la abundancia de capital,. La raíz y principal causa de la descapitalización pues permite a las corporaciones ausentes generar cuantiosas ganancias que se fugan de la Isla y no han permitido margen para la capitalización ni a nuestro desarrollo.
Del 1948 al 1972 hubo una entrada cuantiosa de capital que promovió las cifras deslumbrantes de crecimiento que experimentamos en ese periodo. El crecimiento nunca ha generado desarrollo pues carga sistemáticamente un 15% de desempleo y la fuerza laboral a tiempo completo ronda el 40%, con una parte sustancial de personas sub empleadas. En la ultima etapa de ese perido de expansión, el crédito comenzó a estimular el consumo, que se convirtió un fuerte sector de la economía. El acceso al dinero fácil y la gratificación inmediata obnubilo el entendimiento, junto con la fascinación con la bolsa de valores y la especulación. Los gobiernos de Puerto Rico recurrieron a Nueva York con emisiones de bonos de muy alto rendimiento (8.7%), una triple excención contributiva, subsidio gubernamental y hasta garantías constitucionales que los bonistas están primero en las obligaciones del estado. Una oferta atractiva para los inversionistas dispuesto a asumir los riesgos de invertir en un mercado de ultramar. Y así continuamos acumulando deuda.
La crisis del petróleo hizo su aparición en esa década contribuyendo a un ajuste dramático de los mercados y otra situación difícil para PR que ha había comprometido con las petroquímicas, hoy escombro en nuestra costa del sur. El 1975 marca un hito en que coinciden la creación de los cupones de alimentos y la Sección 936 de Rentas Internas, que extiende el subsidio a la industria de farmacéutica y de alta tecnología, a la vez que se aprueba el programa de cupones de alimento. Una espada de doble filo que provee alivio para los necesitados a la vez que promueve la indolencia y la dependencia.
Algunos economistas apuntan que la deuda ha sido un tema de preocupación desde el 2004. En la osadía de ignorancia, yo lo llevo a el Acta de Incentivos Industriales, que desde 1947 ha montado nuestra economía sobre una política de incentivos y excenciones cuya consecuencia inevitable es la imposibilidad de que se capitalice. En otras palabras, esto es mas de lo mismo, de esa mística de lo posible que vendió el Estado Libre Asociado, cuyos poderes para administrar nos han traído a este penoso momento.
Y en estos momentos, en que el país vive la vergüenza de haber sido cómplice de los embelequeros que lo han contraído la deuda, para que intervengan otra vez los depredadores y consejeros a decirnos qué hacer. Y se les ocurre remitir un Informe Krueger (Fondo Monetario Internacional) que entre sus medidas correctiva propone: achicar aun mas el gobierno (botar empleados), reducir el salario mínimo, restarle recursos a los programas de Medicare y Medicaid, ajustar el bono de navidad, reducir los días de vacaciones, las horas extra, incrementar impuestos, reducir escuelas y maestros y alterar la formula que provee ingresos a la Universidad de Puerto Rico.
Oiga, esto es añadir insulto a la injuria, buscando consejo de los que han creado la debacle y tiene el valor de proponer semejante arbitrariedad. Todas son medidas que restan beneficios a la clase trabajadora y empujar a la pobreza a mas población, cuando los que embargaron el país andan, en el peor de los casos, consternados y pesarosos. A riesgo de ser obsesivo sostengo que esto abona es a la validación de que la formula actual no ha sido capaz de administrar los haberes del pueblo que le encomendó su gobierno. El ejercicio de los poderes se ha suscrito una y otra vez a una política de subvaloración y entrega que nos trae hasta aquí, atentando contra nuestro futuro. La situación presente cualifica ampliamente con ser una crisis, por lo que recurro a las palabras celebres de Albert Einstein
No pretendamos que las cosas cambien si hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede pasarle a las personas y los países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta mas los problemas que las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países, es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafío y sin desafíos la vida es rutina, una lenta agonía.
Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callarla es exaltar el conformismo.
En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
Antes de continuar, hago claro y patente que no sueño con protagonismo, ni me interesa dirigir otra cosa que no sea mi vida, que bastante trabajo me cuesta. Pero también estoy cansado de tanta critica y del juego inconsecuente de culpas y recriminaciones. Creo que se debe fijar responsabilidad, pero sobre todo moverse delante, sin conceder a la dejadez o la incompetencia, ni seguir dando las mismas respuestas La crisis nos privilegia con la urgencia de crear y, visto que la caja de trucos esta agotada, estamos obligados a pensar fuera de la caja.
A esos efectos, me atrevo a plantear el país que me gustaría. Lo primero que hace falta es un proyecto de país, una concepción de futuro que aúne voluntades, que nos genere un sentido de propósito y nos permita enfrentar sacrificios con la dignidad en alto. Un proyecto que trascienda lineamientos partidistas, pues el Estado Libre Asociado no rinde para más y una estadidad para tener mas beneficios es una expresión de oportunismo. La motivación de un país no puede ser el subsidio y ya es hora de dejar de patrocinar la pobreza y convertirlo en un amenazante anclaje ideológico. El proyecto debe estar fundamentado en el principio de dignidad y respeto, en la disciplina, la superación y la búsqueda de la excelencia. Aspiro a la identidad del pueblo fecundo y creativo que somos, que podemos ver en todas las manifestaciones de nuestros artistas y el pulso vibrante de nuestra vida cultural, desde la danza hasta la gastronomía.
La fertilidad de la Isla es proverbial en todos los recuentos, hasta que comenzaron a sembrarla de cemento. Aun queda tierra y me resulta critico retomar la agricultura para sustituir las importaciones, crear empleos y una cadena nutricional mas saludable y fresca. La dependencia al petróleo nos ha expuesto a los virajes del crudo en el mercado, en una Isla tropical con abundante sol y viento, es absurdo que no estemos a la vanguardia de la energía solar y de viento. Igual se me hace difícil entender porque no tenemos una industria pesquera ni plantas para desalinizar.
Con todo el antagonismo que ha de crear a la indolencia que han creado los subsidios, la guachafita debe terminar y pronto. La consigna debe ser trabajo para todos. Igual toca fortalecer los niveles de supervisión, cuya laxitud y condescendencia le restan a un rendir cuentas que tantos pretenden obviar en una cultura de contrabando y anarquía, que no deja de ser un rasgo de fondo que necesita mucha atención y diligencia. Aspiro a un país efectivo y eficiente, de gente cumplidora y amable, hospitalaria y generosa.
En cuanto a medidas de impacto económico, pues claro que hay que abordar la estructura de gobierno. No entiendo como la voluntad política del pueblo de consolidar un solo cuerpo legislativo queda por cumplirse, luego que el pueblo lo aprobara en plebiscito. Igual quitaría todos los privilegios concedidos a legisladores y ex gobernadores tales como carros, choferes y dietas. Servir al pueblo y representarlo con dignidad es su mejor recompensa. Intervendría en la judicatura para hacerla mas eficiente y erradicar toda sombra de nombramientos de conveniencia. El mérito se establecería como norma estricta de selección y ascendencia. Tampoco comprendo porque en una Isla tan pequeña hacen falta 78 municipios, cada cual con su burocracia, con frecuencia nepotista.
Me ocuparía de que las leyes tengan dientes para promover la capitalización de nuestra economía, tanto en términos tributarios como en permisos. Avalaría el cooperativismo y allanaría la salida de las mega tiendas que han llevado a la prángana a los comerciantes del patio. Hace falta crear un cadre de agricultores enamorados de la tierra y fanáticos de sus frutos, hace falta crear una fuerza laboral con un sentido solidario, en vez de una de mutuo antagonismo ante la amenaza de explotación. Y si dispusiese de algún incentivo, intentaría atraer de vuelta los científicos e ingenieros que se han ido para que regreses a cuidar de la productividad del país con los mejores inventos. Visto que la migración de los jóvenes nos encamina a ser un país de viejos, corresponde capturar el capital humano de su sabiduría y utilizarla. Nos corresponde ser un pueblo con autonomía para pactar con quien mejor favorezca nuestros intereses, apoyado en los valores de diligencia, responsabilidad y sentido del cumplimiento.
Y entonces, procuraremos nuevas crisis que nos mantengan entusiastas en crear y prosperar.
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