Me cuesta salir de mi asombro. En el breve plazo de dos semanas se ha gestado un movimiento que ha conducido efectivamente a la renuncia de un gobernador, primero en la historia de nuestro país. Tanta fue la indignación que se levantó un pueblo en su maravillosa diversidad, unidos todos en el canto contundente de un reclamo: Ricky Renuncia.
Parte de lo maravilloso del momento ha sido el desplome de las diferencias y divisiones; la solidaridad mas categórica al servicio de una bandera, que ondeó orgullosa por encima de las multitudes. Y si uno fue el canto, tantos fueron los coros. La dignidad de este país se debe a sus jóvenes, que tomaron las calles con el entusiasmo inquebrantable de potenciar un mejor futuro, agraviados por la falta de oportunidad, testigos del pillaje, víctimas del amiguísimo.Y si corresponde adjudicar “juventud” como primer distintivo del fenómeno, seguido debe llegar el término “diverso”.
La indignación la comparten todas las edades, las comunidades que fuesen tema del chat y los sectores afectados por las políticas de austeridad. Entiéndase, toda la población. El asedio fue por todas las esquinas, con las modalidades de las protestas más pintorescas, con el colorido de un verano tropical para la historia. Me apena que el título de dos semanas que conmovieron al mundo esté tomado, pues es precisamente lo que nos ha tocado vivir.
Un pueblo convocado por sí mismo, con la capacidad contundente de provocar un cataclismo político; uno de esos momento que sabemos que han de quedar como ejemplares en la trayectoria de nuestra identidad. Y así de contundente fue el llamado, que doblegó a un niño terco y malcriado.
Decía Don Pedro que cuando se empieza a patinar, no se acaba hasta que se “escocota”. Escocotarse es poco para los desatinos del joven Rosselló. Empezó a patinar cuando aceptó lanzar su candidatura y concluyó con su notificación de renuncia. En su trayectoria ha logrado antagonizar hasta su partido con la inmadurez e imprudencia de su proceder, con el favoritismo y unas componendas que rayan en lo delictivo. El miércoles 24, el entonces gobernador citó a la prensa a las 5:00 pm y remitió un video por facebook a las 11:45 pm, con un discurso de justificación hueca, desconsiderado, torpe y refugiado en cuartos, hasta en la despedida.
El alivio inmediato y la celebración, ambos grandes y bien merecidos, no puede estar ajeno a la sombra del: ¿y entonces? El partido de mayoría se consume en ambición y posicionamiento, agobiado porque nadie tira la primera piedra, pues todo lo que hay son tejados de cristal. Hoy, que es 25 de julio, Día de la Constitución nuestra, nadie ha salido a celebrar el Estado Libre Asociado.
Lo más alentador del momento es que la movilización lo que ha dado es una muestra de consciencia, de que contrario a las atribuciones de dejadez, indiferencia, enajenación o apatía, la gente sí esta atenta y sabe cuando le pasan gato por liebre. Eso y la inmediatez de información que hacen posible los medios sociales y masivos viabilizan una red de solidaridad que incentiva y activa. Porque es muy hermoso sentirse parte de un movimiento liberador. Más aun cuando logra su objetivo.
El 11 de mayo de 1930 en la Asamblea del Partido Nacionalista, Albizu dictó una sentencia que hoy tiene igual vigencia: “Estamos en plena bancarrota cívica y es menester que llevemos una infusion moral a nuestro pueblo para que vuelva a creer en su destino y sus posibilidades.” El quehacer de este pueblo en las pasadas semanas es una infusión moral extraordinaria, que renueva la fe en nuestro destino y nuestras posibilidades. Queda por andar el modo como construimos un país despierto, pues ahora estamos alertas y pendientes.
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Copyright 2019 por José M. Umpierre. Foto de Don Pedro Albizu Campos en el dominio público. Otros fotos por Sofia Bastidas, Kendal Marsh y José M. Umpierre.