Uno a Uno es la realización más reciente de Noel Quiñones. Ello presenta la ineludible realidad que abordar en primer término; Noel es mi amigo. Lo es desde el momento en que llegó a los antiguos predios de El Nuevo Día con un proyector y una película que iluminó una pared por un rato. Desde ese entonces quedé marcado por la energía vital, el entusiasmo y la capacidad persuasiva que le viene dotadas con la más transparente naturalidad y sencillez.
Raíces Eternas marcó el inicio de un respeto y admiración por Noel, porque es uno de esos pocos que campean viento y marea con una sonrisa. Cuenta además con el efecto multiplicador de Soraya, que es propulsión incontenible de por sí. Y ahí están, convertidos ambos en el power house de la Casa Grande. Una corporación dedicada al diseño y desarrollo de programas de transformación social.
A tono con esa encomienda, la Casa Grande identifica la magnitud de la deserción escolar y reconoce su carácter epidémico. La alarma que eleva el director de la Escuela Antonio Badillo Hernandez de Aguadilla tiene resonancia en la comunidad, que comienza a habilitar una respuesta de mentorías. La iniciativa del uno a uno se propaga y se involucran empresas para instituir un programa que he dado resultados impresionantes.
El asunto naturalmente se presta para que Noel retome su vocación de cineasta y reafirme su capacidad como narrador. Enamorado siempre de su Aguadilla, se suscribe a la universalidad del patio de su casa y la alcanza con la resonancia afectiva que logra su docuemtal.
“Sesenta y cuatro estudiantes de una escuela pública están a puerto de fracasar el noveno grado, cuando una comunidad intenta una solución para apoyarlos.” Con el arte que es solo posible a un intuitivo que bien conoce de técnica, conjuga imágenes y sonidos en un documento conmovedor, tanto en la celebración del si es posible, como el modo brillante de llevarlo a la pantalla. Tanto así que ha comenzado a acumular premios y reconocimientos.
Enhorabuena amigo, es un orgullo compartir tus méritos.
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Copyright por José M. Umpierre. Fotos cortesia de Noel Quiñones.