Parte II
La Situación del País
El Primer Reporte Anual del gobernador al presidente William McKinley en 1901 es un tesoro de información de época y una clave crucial para intentar entender, tanto el viraje a una nueva cultura como a un personaje nada menos que fascinante. Charles H. Allen fue el primer civil que se nombró para administrar el territorio; el hijo de una familia pudiente de Lowell, Massachussets, educado en escuelas públicas y privadas para graduarse de Amherst College. En su ejecutoria se destacan posiciones electivas en la cámara y senado de su estado y un término en el Congreso; forma parte de la Comisión Penal y es nombrado Asistente al Secretario de la Marina antes de que se encamine a Porto Rico como gobernador.
El Informe que rinde Allen es sumamente revelador en dimensiones de particular interés. Nos brinda datos sobre la situación poblacional, salud, educación, política y economía que nos permiten hacernos una idea de los tiempos. Sirve para identificar que conduce al gobernador a transitar de burócrata a financiero.
El gobernador hace claro a dónde y a qué se encamina:
“La situación peculiar de la Isla de Porto Rico, adquirida por un tratado que dejó la totalidad del país y su gente, con su gobierno, leyes y costumbres en las manos del Congreso de los Estadas Unidos para que dispusiese de ella como lo entendiese propio y correcto, no tenía paralelo en la historia previa de nuestro país, para los que se confío con la organización de un nuevo gobierno.”
” Se reportaba (en Washington) que en Porto Rico sería difícil asegurar de una vez, personas adecuadas para llenar las posiciones importantes. El problema era encontrar civiles competentes que llevase a cabo esos deberes temporeramente.”
La situación del país que Allen llegó a administrar la hizo clara el Honorable Jose Severo Quiñones, juez presidente del Tribunal Supremo en la inauguración del primer gobernador civil:
” Resulta mi deber, honorable señor, uno agradable y congenial pues, siendo nativo de esta tierra y uno profundamente interesado en el bienestar y el progreso, no puedo ver con indiferencia el triunfo de las ideas modernas.
Con corazón y alma debo unirme a mis paisanos en darle la bienvenida que brindamos en este día memorable, saludándolo como enviado del gran pueblo Americano, encargado de la misión de establecer un nuevo sistema que inaugure en este país una era de prosperidad y riqueza, sirviendo como escuela preparatoria para que en el futuro, quizá no distante se nos abran las puertas al Capitolio en Washington como ciudadanos plenos de la Nación Norte Americana.
Usted ha sido informado sin dudas sobre la grave situación financiera que prevalece a través de la Isla, entre otras cosas por el terrible huracán de agosto 8 de año pasado, que causo miles de víctimas, devastó los campos y destruyó plantaciones, dejando muerte, desolación y horror por doquier.
Con la agricultura arruinada en una gran porción de la Isla, con un comercio languidecido en detente y la pobreza amenazando con miseria y hambre, llega usted a tiempo para aplicar remedio a tantos males.
Mucho se ha hecho durante el gobierno militar… pero mucho queda por hacer para atender los asuntos mas apremiantes, el alivio a los pobres, la construcción de carreteras y escuelas, empleo para la clase trabajadora para habilitar que puedan sostenerse.
A manera de cierre, honorable señor, quiero desearle, a nombre del pueblo de Porto Rico,
toda clase de felicidad durante su estadía en la Isla; y cuando su misión termine, que regrese a su país llevando la satisfacción de haber cumplido su deber devoto en toda su actividad, dirigiendo los mejores esfuerzos de su talento perspicaz a mejorar las condiciones morales y materiales de este país, con tal de que la Isla pueda convertirse en un estado libre y orgulloso dentro de la gran federación de Norte America.”
Queda claro que el gobernador Allen comenzó su incumbencia con conocimiento pleno de la situación precaria que atravesaba la Isla y la gravedad de la pobreza. Realidades que confirma lo exhaustivo y revelador de su informe, un año después de acoger sus funciones.
El censo de 1899 revela una población de 953 mil habitantes, de los que 941 eran nativos de la Isla, 11, 492 extranjeros. El 61.8% de la población se reporta como blanca, 38% como mezcla y 59 mil de color. La población llevaba un curso de incremento de 583 mil en 1860, 722 mil en 1877 y 806 mil en 1887. La densidad desde un principio comenzó a levantar alarma pues era la màs alta del Caribe. Escasamente se registra movimientos migratorios en esa época.
“Las condiciones prevalecientes son anemia, tuberculosis, disentería y malaria. Las primeras indudablemente causadas por los hábitos desordenados de las clases pobres, el agua impura, y la calidad inferior de alimentos con que muchos subsisten, especialmente desde el huracán de agosto 1899. La tuberculosis… es producto del hacinamiento en habitaciones húmedas y poco ventiladas en que viven y duermen los pobres… La disposición de basura no parece haber tenido pensamiento serio de las autoridades municipales…
De 150 mil viviendas, 1,181 tiene facilidades modernas en las letrinas, 114 mil no tienen facilidades algunas… Las condiciones insalubres de la isla y la salud pública han recibido atención especial del gobierno civil desde que comenzó en funciones.
El censo de 1899 reportó una población de edad escolar era de 322 mil niños, de éstos 46 mil estaban en escuelas, un escaso 8%, 284 mil no recibían educación escolar. Se estimo el analfabetismo en 79% de la población mayor de 10 años. Los maestros ganaban 75, 60, 50 y 40 dólares mensuales en función del grado que impartiesen.
La fuente principal de trabajo era en la agricultura, que empleaba la mitad de la población en edad laboral, 198 mil personas estaban dedicados a este sector en 2,336 plantaciones de caña de 35 acres de extensión promedio, 93% de ellas de sus propios dueños. La manufactura era muy escasa con fabricas de poco volumen de producción de fósforos, jabón y zapatos.
El gobierno de Allen se inició con 296 mil dólares en caja. La urgencia de establecer un sistema de impuestos con mecanismos de recaudación tuvo prioridad. El tesorero y el auditor fueron los primeros nombramientos, cosa que sirvió para incrementar los recaudos mensuales de 20 a 51 mil dólares.
Asunto crucial en el cambio de soberanía fue la moneda, por cada peso se obtenía 60 centavos de dólar, devaluación que indujo numerosas quiebras y la posibilidad de adquirir propiedad a una fracción de su valor previo.
El comercio se estimó por el gobernado en estado infante; el 1987 se exportaron 18 millones de dólares en bienes y se importaron 17 millones, cuando existía otra noción de balanza de pagos.
Después de 20 meses de gobierno militar las importaciones excedieron las exportaciones a razón de 16 a 13 millones de dólares, adjudicado a que los españoles dejaron la aduana vacías y a la necesidad de importar para suplir al pueblo tras las perdidas del huracán. Tras un año de gobierno civil el intercambio comercial se redujo a 8 millones de dólares de importación con 6 millones de dólares de exportaciones, para un deficit de 2.2 millones. En ese periodo las importaciones de los Estados Unidos comenzaron a exceder las de los demás países con quien se llevaba a cabo comercio.
Entre las carencias de la Isla debe destacarse la escasez de carreteras con solo 255 kilometros de pavimentos; limitación similar había en vías ferroviarias que tenia 245 kilometros de rieles. El desarrollo de ambas fue otro de los asuntos en que Allen adoptó iniciativas para favorecer bancos y contratistas que se lucraron, fundando los cimientos de la corrupción desde el primer gobierno.
En torno a la balanza comercial, el gobernador registra un comentario memorable. ” Es de notar que desde la ocupación las importaciones han superado las exportaciones causando alarma innecesaria. El movimiento del agregado comercial es el verdadero indice de prosperidad; la formación de crédito y la creación de inversiones para pagar la deuda.” Sin embargo, crédito y capital fue lo que Allen negó a la economía local.
“Median dos causas que contribuyen a la situación de la Isla, ambos basados en motivos de bondad y caridad. La primera es la escasa recaudación de impuestos por los estragos del huracán y la segunda, la supresión de leyes que faciliten el cierre de hipotecas. Se entendió que era el deber del gobierno civil dejar saber a brevedad posible que el cobro de hipotecas habría de realizarse con premura y que todas las personas con medios suficientes para pagar se esperaba cumpliesen con su deber de aportar al costo del gobierno.”
Entre las declaraciones memorables del Informe, el gobernador también apunta:
” Siempre ha habido pobreza y desamparo en ésta como en otras islas tropicales y al reflexionar no es muy sorprendente. Cuando la naturaleza ha hecho tanto para el hombre y requiere tan poco de él de vuelta, el problema de subsistencia requiere un esfuerzo muy moderado de energía para logra soluciones prácticas… Una política de no trabajo, no ración, se instituyó prontamente, aparentemente con buenos resultados a través de la Isla. Pronto se hizo claro que las denuncias de pobreza se levantaban más por efecto político que por las necesidades basadas en condiciones actuales.”
Las citas hacen claro que la caridad y la bondad no fueron precisamente sus motivos, al igual hace patente el prejuicio de que somos vagos y poco productivos porque vivimos en un Jardín del Edén. Es por ende misión civilizadora exprimir cada centavo y educarnos en la ética del trabajo. La posición clásica de condescendencia con que nos ha mirado siempre el colonizador. Una idea que sirve para devaluar la imagen de nosotros mismos.
El Informe del Gobernador no incluye algunos de nuestros haberes más valiosos. Al tiempo de la invasión, Puerto Rico tenia su propia moneda, servicio eléctrico, escuelas de farmacia, artes y oficios, facultades de química y física, asociaciones profesionales de abogados y periodistas, científicos distinguidos (Agustin Stahl) médicos (Ramon E. Betances), poetas (Jose G. Benitez) y patriotas (Lola Rodriguez de Tio). De manera rudimentaria funcionaba un sistema de carreteras y comunicación que incluía teléfono y telégrafo, había una oficina de correos y nuestros sellos. Aquí se crearon instrumentos (el cuatro) y se origino música (danza y bomba) y se dieron compositores de la talla de Morell Campos y estrellas como Antonio Paoli que en esa época cautivaba La Scala de Milan. Teníamos periódicos, revistas y librerías, así como productos de calidad mundial en nuestro cafe, tabaco, azúcar y jengibre.
No todo era pobreza y necesidad, no eran tiempos fáciles, que nadie lo dude, mas si miramos mas allá de lo pragmático y utilitario, se sostiene con facilidad que palpitaba una identidad y una cultura pujante, por encima de 400 anos de vasallaje a gobiernos militares, que recién habían cedido a nuestra autonomía. Entonces nos convertimos en despojo de guerra.
El crédito que se negó a la agricultura como forma de acaparar la propiedad y produccion es el tema de la parte siguiente.
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