Parte III
Gobierno y Finanzas
La reorganización del aparato gubernamental fue uno de los asuntos cruciales que encaró el primer gobierno civil en Porto Rico. Para ellos se abolieron las instituciones previas para la instauración de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial que corresponden a la forma republicana de la democracia Norteamericana.
El poder administrativo estaba presidido por el gobernador con un Consejo Ejecutivo de once miembros de los cuales cinco habrían ser de la Isla. El gobernador contó con el secretario W.H. Hunt, el tesorero J.H. Hollander, el auditor J. R. Garrison, el comisionado de interior W. B. Eliot, el fiscal James Harlan y el comisionado de educación M. G. Braumbaugh del norte. Los cinco consejeros del patio eran: José C. Barbosa, Rosendo Matienzo Cintrón, Manuel Camuñas, Andrés Crosas y José de Diego, que no tardó en renunciar. El Consejo (Ejecutivo) tenía la facultad de conceder franquicias y permisos, que serían determinantes en la trayectoria del nuevo financiero para crear el monopolio del azúcar.
Bajo el gobierno militar se habían reorganizado las cortes: las audiencias de primera instancia e instrucción se eliminaron, con sus funciones asignadas a otros tribunales. Las cortes municipales se retuvieron, añadiendose dos jueces, con la nueva función de atender casos criminales. Se establecieron cinco cortes de distrito.
Entre los primero asuntos para el nuevo gobierno fue habilitar la elección de 35 representantes a ser electos para legislar. Aunque el gobernador elogia su diligencia, apunta su ineficiencia para aprobar proyectos y expresa marcada preferencia por el Consejo por ser de mayor experiencia en parlamentarismo y para poder tomar decisiones.
Política
La situación política de la Isla en 1900 estaba polarizada entre el Partido Republicano, encabezado por el Dr. Barbosa y el Partido Federal liderado por Muñoz Rivera. Apunta Allen que ambos partidos tenían en sus plataformas: la lealtad a los Estados Unidos, el deseo de un gobierno territorial y eventualmente la estadidad, sufragio universal y escuelas libres. El Partido Republicano era de reciente creación, alineado a los ideales Norteamericanos, defensor de la libertad de palabra, el uso del inglès y oposición a contratistas extranjeros. Se diferenciaban en que el Partido Federal era defensor de la autonomía, la descentralización, establecer bancos nativos y se destacaba por su oratoria.
El descontento político con el nuevo arreglo comienza a manifestares en 1900 cuando el Partido Federal se retira de las elecciones, denunciando las parcialidad del gobernador y Consejo Ejecutivo por el
Partido Republicano. La respuesta del gobernador se recoge en su siguiente declaración: ” El Partido Federal es servil a un líder descontento y lo sigue en su obstrucción persistente a la política
Norteamericana en la Isla, procurando anular la ley de impuestos inflamando la opinión publica en contra de impuestos justos y razonables, con ataques virulentos a miembros del ejecutivo.”
El Crédito Agrícola
El calor político incrementa cuando la petición de un crédito agrícola de 3 millones de dólares para aliviar la agricultura tras la devastación del huracán San Ciriaco fue denegada en el Consejo Ejecutivo con una votación polarizada de norteamericanos versus puertorriqueños. En cuanto a ese particular, el gobernador apunta lo siguiente:
“Una de las grandes ventajas en la situación financiera de Porto Rico una vez establecido el gobierno civil fue la libertad de la isla de cualquier fondo o deuda flotante. Esta situación favorable no ha cambiado y la isla no ha sido obligada por contratos ni incurrido en deudas que no se hayan subsanado con los fondos disponibles. La explicación a esa condición es la disponibilidad de un fondo de 2 millones de dólares para enfrentar los costos de mejoras insulares que de otra forma se hubiesen asignado a préstamos públicos.
A través del acto generoso del Congreso de devolver los 2 millones de dólares de fondos recogidos en las aduanas, ha sido posible a la Isla hacer grandes gastos en escuelas y construcción de carreteras
sin añadir un centavo a los gastos corrientes. No se han gastado suficientes recursos de este fondo para proveer las necesidades razonables de la Isla en esta dirección por un tiempo y no habrá ocasión para un préstamo insular, aun para los propósitos nobles de construir escuelas y carreteras.
Serían manifiestamente malas prácticas financieras asignar a los impuestos actuales el costo de mejoras permanentes tales como edificios de escuelas y construcción de carreteras cuyos beneficiarios sería las generaciones futuras. Por el contrario, sería poco sabio intentar usar el crédito público de Porto Rico hasta que su sistema tributario este seguramente establecido y sus políticas financieras hayan ganado reconocimiento por su estabilidad y conservadurismo.
Un aspecto mas inquietante de la situación financiera de Porto Rico es la demanda periódica de un préstamo insular de 3 millones para aliviar la agricultura. A esos efectos la legislatura remitió un proyecto pero prevaleció el sentido conservador del consejo ejecutivo.
Tal proposición no responde a sentimientos inteligentes ni conservadores. Como en todas las demandas de banca libre, se insiste en ello como panacea para todos los males. Algunos intereses agrícolas atraviesan los tiempos difíciles que inevitablemente acompañan el desarrollo, pero el remedio es la extensión de lo privado, no el recurrir al crédito publico.”
No es muy difícil reconocer la contradicción del gobernador, por un lado le resta importancia al dinero en caja y propone que lo que hace falta es crédito y por otro se rehusa a concederlo. Reconocida la devastación que dejo el huracán y precisada la necesidad imperiosa de escuelas y
carreteras, es mezquina la retención del crédito, irrazonable su argumentación, insensible y nada compasivo el rehusar atender la miseria. Motivo para Muñoz Rivera atribuirle gobernar como tirano.
El gobernador Allen salió de San Juan con dos copias de su informe, uno para el Presidente McKinley y otro para el Morgan Bank de Wall Street. En el próximo capítulo se intentan recoger los argumentos y razones que lo llevaron a convertirse en el Baron del Azúcar Norteamericano. Todo en virtud del viraje que dio en esta Isla el Encanto.
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