Burundanga de Zocotroco
La Madera que estamos hechos
Con frecuencia me pregunto si las cosas que pasan en mi país son únicas o es el velo de mis prejuicios. En estos tiempos convulsos aparece la noticia de la tala de 9,926 árboles, que se suman a la remoción de 15,001 más, con el argumento de estar enfermos o constituir peligros es espacios públicos. A mi, que una serie de coincidencias me ha traído al tema de la madera Boricua, la noticia no me hace menos que hervir la sangre y disparar la indignación. La tala de estos arboles y el modo como se ha hecho es prueba contundente de como operan la ignorancia, el cinismo, la ineptitud y la codicia.
El origen de la historia se extiende en el tiempo, para efectos de este episodio comencemos cuando Federal Emergency Manegement Act (FEMA) como parte de sus gestiones para la recuperación de los huracanes Irma y María en 2017, aprobó 6 millones de dólares para la remoción de los escombros. Que el asunto coja prensa tres anos después es otro indicador de la dejadez e ineficiencia con que se han adjudicado los fondos federales, en aras de que somos incumplidos y corruptos. El Departamento de Recursos Naturales, en virtud de los fondos asignados, contrató a Emergency Services, CERES Enviromental, Looks Great Servies y Optimum Group para el monitoreo de la remoción. Los criterios para determinar enfermedad o estorbo están por verse y para nada figuran el destino de los 25 mil arboles a ser “desechados”. La secretividad con que se llevo a cabo el asunto evoca el caso Whitefish, con el mismo hedor de podredumbre.
Las organizaciones pro-defensa del ambiente Ciudadanos de Karso y Para la Naturaleza levantaron la voz de alarma de talas en el balneario de Cerro Gordo, así como en el Zoológico de Mayagüez, el Parque de las Cavernas y el Parque Julio Monagas en Bayamón. El evento se destaca en prensa cuando el alcalde de Toa Baja denunció la falta de transparencia en los procesos y la ausencia de arboristas independientes en la toma de decisiones. La acción legal del municipio contra el Departamento de Recursos Naturales condujo a un dictamen judicial, ordenando al gobierno a entregar toda la documentación que justifique la tala.
Por mi parte expreso mi desacuerdo con la forma casual con que se ha tratado un asunto crucial. Para aquellos que creemos en esta Patria, (cuantos se verá en unos días con el plebiscito) existe lógicamente un patrimonio; un concepto tan ambiguo y difícil de constatar como profundo en el sentir. Se asocial con la riqueza natural y el capital humano que corresponde a un país o nación, a toda etnia apegada a al entorno que viabiliza su subsistencia. El oro fue la primera riqueza que nos hizo codiciados; agotado el mineral, la colonizadores recurrieron a la naturaleza, los bosques y la agricultura.
La madera se convirtió en recurso vital tanto para la construcción de fortalezas, moradas e Iglesias, como para barcos. Poco tardaron los españoles en descubrir las maravillas del guayacán, el ausubo y el capá, la caoba y los cientos de especies arbóreas que crecen en esta tierra agraciada de fertilidad y lluvia. La madera fue, sin la prominencia del azúcar, luego el café y el tabaco uno de los bienes principales de la exportación, tanto legal como de contrabando con Ingleses y Holandeses.
Y si bien es cierto que los españoles se ocuparon de deforestar con la expresión ocasional de mitigar, los Norteamericanos se tomaron la riqueza forestal de la Isla mucho mas en serio y desarrollaron viveros y estaciones experimentales. Pero esta condición colonial que nos ahoga se ha ocupado de reducir la historia a tema intrascendente y la economía a asunto de exenciones contributivas y consumo donde la madera no se estima en su valor real ni potencial. Excepto los pillos que vinieron a robarla.
Si conceptuamos los bosques y la madera como parte de nuestra riqueza patrimonial, es la madera de la que estamos hechos y parte de lo que somos. Que se nos mutile la esencia, que se nos cotice a oscuras y que se nos trate como escombros a regalar es una afronta muy seria. La madera tiene un valor de mercado pero también tiene el valor del símbolo. Compete con urgencia auditar el valor de esa madera talada en el mercado de aserraderos, muebleros, ebanistas y artesanos. No deba sorprender que el valor de esa madera enferma y peligros supere el costo de su remoción. Como símbolo su valor es incalculable.
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