Burundanga de Zocotroco
José M. Umpierre
Año Nuevo
Como suele ser costumbre, un año constituye u n referente esencial para intentar entendernos. Cuando acaba uno y comienza otro, se suele pasar la vista de lo que fue, intentando anticipar lo que será, o mejor lo que pudiese ser. Con el atractivo adicional de que el 2024 es año electoral.
Mirando atrás, no hay mucho que sirva de aliento que no sea la inconformidad y la indignación, que no parecen tener tracción alguna en el discurso político isleño. 2023 fue otro año en el pantano de inmovilidad territorial que nos caracteriza, con reiteraciones de que cambio alguno referente al estatus político no esta para nada en el panorama de la política que nos sujeta.
A nivel nacional, (local le dicen unos), el fango del algo se mueve con la contienda bipartidista y los partidos emergentes. El desgaste de los partidos Popular Democrático (estadolibrista) y Nuevo Progresista (estadista) anteriormente mayoritarios, atraviesan un deterioro que sólo se salva con la plata de los donantes. Pero ese es el fenómeno evidente, el que menos se menciona y resulta más difícil en proyecciones es el cambio en la participación electoral.
El siglo pasado Puerto Rico reclamaba galardón democrático como evidencia de la efectiva aculturación, con tasas de participación que hacia palidecer a las del Norte. Por ejemplo, en las elecciones generales de Puerto Rico en 2000, de un total de 2,447,032 inscritos votaron 2,015, 987.3l -81.57%. En 2020 de una población de votantes registrados de 2,311,362 votaron 1,284,630 – 55% y ese es el fenómeno que debería acapara la atención de los análisis y es el que menos se discute. Por qué en una lapso de 20 años la participación baja de 81% a 55% es un interrogante crítico. Una diferencia que representa casi un millón de votantes que se quedaron en su casa o se fueron a la playa. Y parece que los partidos no cuentan con disuasivos contra una indiferencia tan numerosa.
¿Por qué no votar? Esa es la pregunta. ¿Por qué renunciar al derecho fundamental del sistema político? Es renunciar al rito validante de la democracia. Imagínese que lectura tiene eso en los círculos donde eso se atiende. Pueden mediar motivos de salud o incapacidad física, y más preocupante es la mental. Me imagino median desde la desconfianza en el sistema, la incomodidad, molestia o coraje con partidos o candidatos, es el modo de hacer resistencia pasiva por falta de credibilidad que le da legitimidad al sistema.
Me preocupa que los partidos, en su afán triunfalista se han resignado a la inmovilidad del estatus como asunto inevitable, con tal de tener el favor electoral. Resulta imposible que el Partido Nuevo insista en la estadidad como estandarte cuando aquí la gente sabe leer y escribir. Igual sucede al Estado Libre Asociado para el Partido Popular, que sufrió golpe definitorio con la PROMESA, la reafirmación de nuestra calidad territorial y la usurpación de la Junta Fiscal. Y eso se ha visto en la perdida de votos. Los Independentistas tampoco abundan sobre la consecución del ideal.
En las elecciones pasadas, Pedro Pierluisi (PNP) ganó la gobernación con 427,016 votos (34.3%) ante Carlos Delgado (PPD) con 407,813 – 31.56%. Alexandra Lúgaro del Movimiento Acción Ciudadana obtuvo 179,265 votos – 14.21%, Juan Dalmau del Partido Independentista 174,402 – 13%, Cesar Vázquez del Proyecto Dignidad 87,392 – 6.9%. Y Eliezer Molina como candidato independiente 8,751 – .69%. No hay duda de que el panorama electoral creció y se complicó con los partidos emergentes. El arraigo de Alexandra Lúgaro le ganó más votos que a Dalmau. Igual ingresa a la arena el Partido de la Dignidad para representar el sector mas conservador y la voz radical e independiente de Eliezer Molina.
Entre las novedades desde ese entonces está que la Comisionado Residente del Partido en el gobierno ha desafiado al gobernador a una primaria, lo que,a mi humilde entender, beneficia la oposición. Para ella porque manifiesta menos lealtad y más ambición, a él porque presenta desafío y revela inconformidad con su ejecutoria.
A juicio de este curita, los populares andan como gallina sin cabeza, dando palos a ciegas. La prominencia de sus prominentes ha servido para constatar liviandad y poca enjundia; prevalece la impresión que donde ha dominado un gallo, no hay pollo que levante cabeza.
Si los gobiernos estadistas de Ferre, Romero, los Rosselló I y II y Fortuño han sido poco afortunados para los no iniciados. Después de Muñoz, poco se puede decir de los Populates; Hernández Colón, quien se recuerda con afecto inmerecido por sus posiciones anti obreras y aspiraciones aristocráticas. “Cuchín” fue el primero que adoptó la política de coger prestado para cuadrar la nomina, desoyendo las recomendaciones del economista que trajo de consultor.
Las ejecutorias de Aníbal Acevedo, Sila Calderón y Alejandro García serán menos escandalosas, que si contribuyeron a algún movimiento para salir del estancamiento… pues no. Todos en ambos partidos jugaron con la deuda extra-constitucional para poner en deuda el futuro del país y por eso (entre otras cosas) se le esta pasando la cuenta por aportar a la raíz de la Bancarrota de 2017, por ende la Ley Promesa y la Junta de Supervisión Fiscal, que pone otro clavo en el ataúd del ELA.
Otra de las novedades en el panorama político es la coalición entre el Partido Independentista y el Movimiento Acción Ciudadana, encabezado ahora por Manuel Natal. Asunto que ha provocado revuelo y señalamientos de leyes y reglamentos que las restringen; artimañas del poder para prevalecer. Que busquen la historia de la coalición de Republicanos y Socialistas que formaron Santiago Iglesias y Rafael Martínez Nadal en los años 30 como referente, con la diferencia de que el PIP y PAC comparten una línea centro izquierda común en su visión política y social.
El Gobernador Pierluisi está hacienda una campaña activa y sutil con su obra de gobierno y la activación de los muchos millones de dólares en reconstrucción que sagazmente ha guardado para el momento de su inversión política. En la contienda primarista con la Comisionada debe prevalecer. Lo que esta por verse es como se agita el avispero con la coalición PIP/MAC. Si los que votaron por esos partidos y candidatos permanecer estables, que es un asunto dudoso, se aproximan al 30%, que se ha puesto como la vara baja y amenazan el margen mínimo de los que fueron mayoría.
El asunto critico es como se logra activar ese 45% de la población registrada que no fue a votar en 2020. Luego viene el discurso que logre conquistar corazones y ganar votos. En virtud de lo expuesto, no me atrevería a más predicción que aseverar que el panorama político Isleño está fluido e impredecible. Cualquier cosa puede pasar. Quisiera yo que la mayoría de los votantes dieran el escobazo definitivo a los partidos que tanto daño han hecho con su corrupción y amiguismo, sin adelantar el logro de sus ideales.
Las posibilidades de triunfo de la Coalición dependen de los votos no afiliados y el margen que se logre atraer de los desafectos PNP/PPD, que los debe haber. Igual hay que contar con los votantes nuevos y las generaciones que no crecieron con la sombra de Muñoz Marín, los que se movilizaron para sacar a Ricky Roselló de la gobernación.
Ante las posibilidades de cambio radican la recalcitracia, la fe de que con los míos en las buenas y en las malas; los que se resisten a dejar de arroparse con la bandera americana y enterrar a Muñoz. Media También el ancestral Cuco de la independencia, con todos los miedos que provoca. Que nadie diga que el panorama es aburrido, abona a la contradicción de que en la colonia nada pasa, cuando todo pasa. Como en la vida.
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