La periodista Wilda Rodriguez, con la indiscutible fascinación que puede provocar el fenómeno político económico de Puerto Rico, lleva documentando una crónica sobre los sucesos en torno al descalabro financiero que encaramos. Ante la urgencia del asunto, ha recogido los artículos publicados en el periódico el Nuevo Día en un libro inaplazable por su pertinacia, la agudeza critica de su análisis y lo preocupante de sus propuestas.
El texto adelanta una serie de interrogantes cruciales, así como una implicación nada menos que tenebrosa. La primera pregunta es amplia, conceptual: ¿cómo y a dónde se mueve el capitalismo norteamericano? esto visto en el pulseo entre los poderes políticos de Washington y los financieros de Wall Street. La segunda pregunta que más nos compete es: ¿cómo figura Puerto Rico en ese movimiento?
El titulo de 1ro de Julio, la Junta de Control, Fiscal y la Colonial Permanente resume precisamente su contenido. Marca la fecha en que entró en vigor la Ley Publica 114-187 Puerto Rico Oversight Management and Economic Stabiliy Act PROMESA. El presidente Obama la firmó en la fecha limite del 30 de junio, tras un curso atropellado por Cámara y Senado, para evitar una avalancha de demandas por los bonistas ante la insuficiencia del Gobierno de P.R. para atender los pagos. La Junta es la respuesta que ha dado el Congreso Norteamericano ante una monumental deuda publica que supera los 70 billones de dólares. Siete individuos nombrados, con poder por encima del gobierno electo.
El tema, para los que pensamos que la ideología no ha muerto, es fundamental pues constituye la invalidación del principio democrático del gobierno por consentimiento de los gobernados. Una acción que vulnera la legitimidad institucional del gobierno, substituyendo el poder electro por uno impuesto. Una revocación explicita de la autonomía supuestamente concedida y un retroceso a la colonia de los primeros tiempos.
El Juez Juan R. Torruella, oficial de mayor antigüedad en el Tribunal Federal de Apelaciones, decreto públicamente: “PROMESA representa el acto mas denigrante, antidemocrático y colonial que se haya visto; además de ser un golpe de estado a la democracia de Puerto Rico.” Solo en un lugar como Puerto Rico puede un juez federal ser portavoz de la indignación, llamar a la rebeldía y contar con resonancia.
La autora a su vez, es clara en su postura: ” Esta irrefutable condición colonial, resultados directo de los Casos Insulares y el régimen que legalizaron, continúa dictando el porvenir de la Isla y sus habitantes hoy. Esta es la causa, precursora subyacente y el catalítico actual de la debacle económica en que Puerto Rico se encuentra, ya que ha capacitado, si no promovido, un abuso significante y continuo por parte del capitalismo americano en detrimento de Puerto Rico y sus ciudadanos desde el primer día.”
Ante la importancia que para nosotros tiene el asunto, la autora levanta dudas de que medie un plan concertado o si la PROMESA es otro acto de improvisación. Un escepticismo que resulta congruente con el historial de promesas incumplidas, particularmente aquella de autonomía y gobierno propio que ahora se revela como engaño. Un dilema que nos lleva otra vez a la importancia que nos adjudicamos y la que nos adjudican.
La visión de la autora de la situación presente es severa: “Vivimos la ilusión de saber lo que queremos y la conformidad con lo que tenemos…Teníamos un pueblo pobre con valores. Nos entregan un pueblo pobre que tiene precio. Ahora tenemos un país deseducado, desinformado, desenfocado, quebrado. Tanto así que no se percata ni entiende la magnitud de la crisis, que espera un milagro con una sonrisa y una cerveza en la mano.” Igual apunta los males no menos graves de: la ignorancia, desconfianza, rivalidad, violencia e irresponsabilidad arraigados en el tejido de nuestra cultura.
Diagnostico puro y duro, endémico podría decirse de la humanidad, mas aquí nos ocupan en el modo particular e insidioso que se manifiesta en nuestra cultura, producto del estrangulamiento colonial, que cala tanto en lo económico, como el lo político, lo social y el alma misma de las gentes y los pueblos. Impotencia que genera una problemática compleja que se atiende con un verdadero desarrollo en esos mismos ámbitos.
En la contienda entre el capital financiero y el político, la composición de la Junta Fiscal, en momentos en que la incertidumbre algo se disipa, apunta a que la Wall Street aventaja. Al neoliberalismo y la privatización le resulta menos relevante el gobierno por y para la gente que el profit motive; mucho menos el nacionalismo si no es para vender camisetas y banderas. Motivos para pensar que la metrópolis no tiene voluntad de cambio profundo y lo que mas le conviene no es subsidiar un estado de indigentes, ni una soberanía que le reste a los $30 billones de dólares en ganancias que salen de la Isla anualmente. Y si de razonamiento fuese, pues la colonia permanente si suena como conveniente, total, en eso tienen experiencia.
El asunto critico es: ¿y que pito sonamos los Boricuas? La autora igual nos recuerda la consigna: “Los imperios no ceden a menos que se les obligue.” El asunto es ¿cómo se les obliga cuando ni la denuncia de contradicción atropello y pillaje los inmuta? Ante la indignación, la decepción y el coraje, la autora nos deja un aliento: “El que se cansa pierde”.
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Copyright 2016 por José Umpierre. Foto de Wall Street en el domino público, los demás fotos usado por el “fair use” de la ley copyright.