Burundanga de Zocotroco
Disociados
Dice el refrán que para muestra un botón basta. Inconforme como la escasez, traigo dos ejemplos de la penosa situación política que atraviesa la Isla de Puerto Rico donde media una profunda disociación entre el pueblo y la clase política, entre los datos y sus interpretaciones. Señal de un deterioro institucional al que se añaden la Comisión Estatal de Elecciones y la Judicatura, bastiones de transparencia que hasta ahora carecían de sombras
El proceso y los resultados de las recién pasadas elecciones, junto a la absolución del Departamento de Justicia y la oficina del Fiscal Especial Independiente de circulo íntimo del gobernador depuesto, son muestra de un profundo desfase que media entre la gente de a pie y los que toman decisiones. Esto resulta preocupante pues atenta contra los cimientos del sistema democrático y lanza una mancha sobre la Rama Judicial, que suele ser más ajena a la controversia y el escandalo.
Si alguna institución guardaba lustre en este maltrecho país era la Comisión Estatal de Elecciones, custodia de la pulcritud en los procesos electorales, con una reputación nada tachable. Reputación que ahora rueda por las cunetas. El ejercicio fundamental que valida el sistema democrático se ha visto sacudido por una serie de sucesos que desafían su recuperación.
La presencia del virus y las medidas de salubridad para intentar contenerlo, junto con una nueva ley electoral atropellada y protestada al máximo, facilitaron el voto adelantado. Cosa que abrió las puertas para un fenómeno que redefine la conducta del electorado y la gobernanza del país. El voto adelantado, que no sobrepasaba 30 mil se convirtió en 230 mil, para lo que la Comisión Electoral no estaba preparada, forzando lo que se ha denominado una doble elección.
En la votación del 3 de noviembre participaron los electores que fueron a sus colegios en persona en que participaron un millón de electores. La otra entre los 230,000 que ejercieron su derecho mediante las distintas modalidades de voto adelantado. Los resultados de ambos renglones son notablemente distintos. La suma de 1,230 millones toca ponerse en perspectiva de los 2.5 millones de electores inscritos, lo que supone una abstención muy notable.
Entre los que votaron en persona el 3 de noviembre, hubo un empate virtual entre el candidato del PNP, Pedro Pierluisi y el aspirante del Partido Popular Democrático (PPD), Carlos Delgado Altieri. Según números difundidos, Pierluisi sacó 30.54% de los votos y Delgado 30.15%. Alexandra Lúgaro, del Movimiento Victoria Ciudadana, sacó el 16.03%; Juan Dalmau, del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el 14.93% y César Vázquez, de Proyecto Dignidad, 7.58%. Según las cifras de voto adelantado divulgadas, Pierluisi obtuvo 48.19%; Delgado 40.58%; Dalmau 5.97%; Lúgaro 2.56% y Vázquez 2.53%. Esos números terminaron representando la diferencia que le permite hoy a Pierluisi llamarse gobernador electo.
Media una disociación creciente entre la población y la clase política. Desde el 1952 hasta el 2016 la participación del electorado en las votaciones se había sostenido consistente alrededor del 80%, en el 2016 bajo a 55%, una disminución de 22% del año electoral previo. En 2020 de un total de 2,867,557 votaron 1,596,842 (55.7% y no votaron1, 270,715 (44%). Igual debe notarse que Muñoz Marín en sus tres candidaturas alcanzo 65%, 62% y %8% de los votos. Roberto Sánchez Vilella el 59% como candidato Popular. Luis Ferre gano con 46% en 1968 y el 50% fue el vecindario de los candidatos sucesivos, hasta Ricardo Rosselló en las elecciones de 2016 que movilizo 55% del electorado con una victoria de 42 a 38% de los votos emitidos. El 30.54 de Pierluisi versus el 30.15% de Delgado es la ejecutoria más pobre de un candidato a la gobernación y uno de los márgenes mas estrechos de triunfo.
Evidencia contundente de la transformación de los que fueran partidos de mayoría en minoría, ya sea por la apatía de los abstenidos o el voto de castigo. A cada cual le corresponde exámenes de consciencia a fondo para explicar semejante retroceso y la erradicación la fanfarria triunfalista. Aquí triunfo la diversidad y se mostro muy claro que estamos hartos de lo mismo.
Similar disociación media entre los resultados en la consulta sobre estadidad sí o no, que con un 52% se reclama como triunfo contundente y victoria categórica. Tengo claro que una cosa son los datos y otras las interpretaciones, que es humano arrimar la sardina a la braza, pero la amplitud con que se están despachando las interpretaciones no hacen menos que ponernos en ridículo.
A un mes de las elecciones en Puerto Rico, siguen las irregularidades. 200 maletines con votos han aparecido misteriosamente, hay actas que no cuadran, colegios con mayor cantidad de papeletas que electores y mayor cantidad de votos adelantados que el número de solicitudes para esa modalidad de sufragio y queda ahora por certificar el candidato que prevaleció a la alcandía de San Juan. Quizá pase inadvertido, sujeto a esa memoria corta que nos ampara de las penas, pero a mí me da una vergüenza extraordinaria.
Media la disociación entre el ideal de lo que debe ser el proceso vinculante elemental de el individuo con su sociedad y en lo que se ha convertido la institución a cargo de salvaguardarlo. Pero oiga, que aquí no ha pasado nada, que es la misma actitud que progresa en una rama judicial absolutamente disociada de la posición elocuentemente expuesta por el pueblo.
El verano del 19 quedara en la historia como ejemplo de cómo la opinión y la movilización tienen la capacidad de detener atropellos. La vulgaridad y desparpajo del gobernador y su circulo íntimo, fue la gota que colmo la copa de la ineptitud y provoco una serie de manifestaciones que desembocaron en la renuncia del primer mandatario.
Ahora, antes de entregar el gobierno, se reporta que ni Justicia, ni Ética, ni el FEI encontraron delitos en el chat que desencadeno el viraje. Los investigadores indicaron que porque los implicados no cooperaron no se pudo probar el caso. ¿Lo puede usted creer? Se ha entonces ejemplificado el asunto de la disociación entre los recursos jurídicos que exoneran y la opinión del pueblo que los saco a ribazos.
Mas no es solo en la Isla del Encanto se cuecen habas. Si quiere usted el ejemplo mas fehaciente de la disociación, considere usted la conducta del presidente Trump ante sus resultados electorales. A la luz de la evidencia bien podemos clasificar la disociación en leve, moderada o francamente psicótica, a su discreción.
¿Quién podrá socorrernos? Me dicta el sentido común, el menos común de los sentidos, que comienza y termina en nosotros mismos. Con todos los embarres que hemos hecho, agravados al presente por un gobierno de minorías, es cuando nos toca encontrar la concordia para atender los males de fondo que nos acosan y la energía para devolver la esperanza que nos saque de este atolladero, que falta nos hace.
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Copyright 2020 por Jose M.Umpierre. Foto de la manifestación por el autor. Los demás fotos en el dominio público.