Mientras más lo pienso más me convenzo de que, la historia de Puerto Rico en la primera mitad del Siglo 21 se ha de marcar con el antes y después de las declaraciones del gobernador Alejandro García Padilla de que la Deuda Pública es impagable. Esa es la bola de nieve en lo alto de una loma que se ha puesto a rodar y sigue creciendo; y a ver dónde conduce, pues el descenso se hace nada menos que estrepitoso. El fenómeno que apenas comienza a mostrar cabeza, (o las patas si prefiere), ha sacado a relucir una informaciónón que se suma a esa con la que forjamos nuestra identidad colectiva.
Sabemos que la Deuda Pública del gobierno está en el vecindario de los 70 mil millones, sin contar la de los municipios y corporaciones públicas puede ascender a 160 mil millones.
Sabemos que el incremento de la deuda se asocia con la autonomía fiscal que le adjudica la Constitución del 1952, cuando comenzó a escalar para subsidiar el desarrollo.
Sabemos que por primera vez se comenzó a emitir deuda pública para atender déficit operacionales en la década de los setenta, cuando el modelo de desarrollo de Operación Manos a la Obra comienza a dar señales de insuficiencia.
Sabemos que desde entonces todas las administraciones han añadido a la deuda.
Sabemos que el monto de la deuda no tiene precedentes en las cortes de quiebra.
Sabemos que una parte sustantiva de esa deuda se emitió en circunstancias nebulosas y que una buena parte de ella, con el escrutinio riguroso de una auditoría, puede ser ilegal.
Sabemos que un decreto de ilegalidad presupone la fijación de responsabilidad en tribunales.
Sabemos que hay tanta gente con las manos sucias, y no necesariamente la consciencia intranquila, que ejercen su poder para permanecer impunes.
Sabemos que la Ley PROMESA y la Junta Fiscal son la confirmación del dominio imperial, fundamentalmente opuesto al espíritu igualitario de la democracia.
Sabemos que la Junta Fiscal usurpa los poderes de un gobierno electo y pone la autoridad en manos de nombramientos.
En su primer decreto la Junta dictó: la reducción de 900 mil millones de dólares en la nómina del gobierno, mil millones menos al presupuesto de Mi Salud, la reducción de 10% en la pensiones a jubilados, 300 millones a la Universidad de Puerto Rico, recortar 400 millones a subsidios municipales, así como aumentar en 1500 millones en los costos de los servicios de gobierno. Esto cuando el Indice de Actividad Económica se encuentra en el Nivel más bajo en los últimos 12 años.
Ante lo qué yo, ignorante e incauto, me atrevo a preguntar e intentar responder:
¿Por qué no se desarrolla un esquema tributario en cual la riqueza que se produce aquí se quede aquí?
En esta parte del globo impera el sistema capitalista como estandarte económico de la nación dominante. El fundamento y la premisa angular de dicho sistema es la maximización de ganancia sobre inversión y la explotación es la manera más eficiente de lograr ese propósito; la expropiación de plusvalía desde la periferia hacia el centro es imperialismo 101. Con el desparpajo y la rapacidad con qué se repatria una tercera parte de lo qué se produce aquí, ésta ha sido la manera de mantener de la economía local decapitaluzada y por ende: DEPENDIENTE.
¿Por qué se nos reduce a la dependencia?
No hay otra razón qué el menosprecio y la subestimación qué radican en el prejuicio racista de qué somos incapaces de gobernarnos. Lo trágico del momento es que la Deuda Pública acumulado es evidencia de ineptitud e irresponsabilidad.
Toca pues a cada cual rescatar la patria y la estima del insulto con los mejores ejemplos de rectitud, sensibilidad al necesitado y prudencia.
¿Por qué tenemos que armar una economía basada en dádivas y subsidios qué menoscaban el valor propio?
Porque todo el poder político y económico sobre Puerto Rico lo ejerce el Congreso de los Estados Unidos. El Congreso, más ahora dominado por Republicanos, se subscribe plenamente a la máxima del capital en su versión neoliberal. En sus disposiciones recientes el Congreso ha confirmado qué las contradicciones de tener territorios con derechos limitados les tienen bastante despreocupados pues el presidente Trump y el destino de su nación los tiene a todos muy entretenidos.
¿Por qué toda solución económica ha de venir del Congreso en forma de incentivos?
En esta bendito Isla donde media tanto encanto, nos hemos creído el cuento de la pequeñez y la insuficiencia. Por siglos nos han vendido el miedo y desde tiempos Romanos conocemos el “divide y vencerás”. Pues resulta qué la única forma de romper el cerco es la soberanía. El ejercicio de la plenitud de la consciencia y la razón en la defensa de los intereses de una nación, que rige su presente y su futuro.
¿Por qué no tributan más los qué tienen más?
Dice la regla de oro que el que tiene el oro hace la regala. Si bien fuera cierto que avanzamos al momento de definición, pues bien viene considerar la distribución de la riqueza y la adjudicación del privilegio. Así como los ladrones que se lucraron de las gestiones financieras, los gansos que cobran y no pagan.
¿ A donde conduce el estrangulamiento de la austeridad?
En la medida en qué se lanzan trabajadores al desempleo, que se estrangulan oportunidades, qué se restringen servicios esenciales de salud y educación, que se le restante recursos a los pensionados, se castiga a un pueblo quedando impunes los que nos trajeron a esto. Mientras los poderes insistan en penalizar los inocentes, suben el calor de la presión. En su gestión como agencia de cobro, la Junta se esta revistiendo de inmunidad al dolor humano, lo qué inevitablemente ha de pasar la cuenta.
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